En la primera entrega de Más Allá de la Vida, allá por agosto de 2010, Jordi González dijo ante las cámaras de Telecinco que la médium británica Anne Germain y su equipo podían haber buscado información de los invitados famosos buceando en la hemeroteca para devolvérsela luego como facilitada por los espíritus, pero que no lo habían hecho. Aquel día, estaban en el plató el humorista Jorge Cadaval, el escritor Antonio Gala y Carmen Martínez-Bordiú, nieta del dictador Francisco Franco. Durante dos años, han pasado por Más Allá de la Vida numerosos famosos para exhibir su duelo, real o fingido, previo pago. Al parecer, hay mucho ingenuo que creyó al presentador y en los poderes de la vidente. Si no, no me explico el revuelo montado por la publicación ayer, en el diario El Mundo, de un reportaje en el cual se presentan documentos que demuestran que los asesores de la médium recopilan información de los famosos que van al programa. ¡Como si hiciera falta probarlo! ¿Qué creían?, ¿que Anne Germain se comunica con los muertos? Si es así, numérense y, si son muchos, algunos deberíamos optar por emigrar y abandonarles a su suerte.
«Desmontando a la médium farsante», titulaba el periódico madrileño ayer en su primera página. ¿Cómo que médium farsante? ¿Es que hay algún médium, vidente o adivino auténtico? ¿Es por eso que han tenido que pasar más de dos años antes de que un gran diario revelara lo obvio, que el espectáculo televisivo y el show teatral de gira por España son un fraude? Ya en el verano de 2010 denunciamos el engaño Mauricio-José Schwarz, Javier Cavanilles y yo. «Anne Germain utiliza el bien conocido truco de la lectura en frío y la pesca de datos«, escribía Schwarz. «La verdad es que sólo se me ocurren dos explicaciones posibles (para lo que hace Anne Germain). La primera: Anne tiene unos poderes que nadie entiende, pero permiten zanjar la polémica sobre si hay vida después de la muerte. La segunda: los guionistas se han leído un par de revistas del corazón, le pasan los datos, y ella simula que los va descubriendo», apuntaba el incrédulo Cavanilles. «Los trucos son tan burdos, el fraude es tan evidente, que hasta han sido revelados recientemente en una serie de ficción, Leverage, durante un episodio, «The future job» (El trabajo del futuro), que se centra en el desenmascaramiento de un médium», añadía yo.
Cuando Anne Germain desembarcó en España, las tretas de los espiritistas televisivos eran ya de sobra conocidas: hacer creer a un individuo que uno sabe de él algo que en realidad no sabe a partir de lo que el sujeto dice, de su aspecto y de generalizaciones que encajan como anillo al dedo en el 99% de la gente y, en algunos casos, documentarse previamente acerca del sujeto, bien con topos mezclados entre el público, bien en la hemeroteca si se trata de un famoso. La primera técnica es la que emplea Anne Germain en su gira teatral y cuando habla con el público de Más Allá de la Vida. Al primero que vi practicarla en la televisión fue a John Edward, un espiritista estadounidense cuyos trucos reveló Michael Shermer hace más de diez años en la revista Scientific American. Tengo grabados varios programas de su serie Cruzando al Más Allá y empleo fragmentos en charlas para que público de todas las edades detecte por su cuenta el burdo engaño. Anne Germain es una versión femenina de John Edward.
Información previa y generalidades
Que la vidente de Telecinco usaba documentación estaba claro desde el primer momento, por mucho que el presentador intentara convencernos de lo contrario. Los documentos filtrados ahora por un extrabajador despechado a El Mundo -en los que se recoge información de los famosos recopilada durante entrevistas previas- no hacen más que confirmarlo; pero no les quepa duda de que la investigación del equipo de la médium no se limita a esas entrevistas personales, sino que incluye también todo lo publicado en la llamada prensa del corazón. Por lo demás, Anne Germain no precisa que nadie le diga nada al oído sobre cada una de sus víctimas, como parece apuntar el reportaje de El Mundo. Antes de ir a su espectáculo en Bilbao, yo también creía que podía recurrir en los teatros a ese tipo de ayuda y hasta me pregunté si iba a ser capaz de detectar el engaño. Porque una cosa es saber la teoría y otra, ponerla en práctica. Tras escuchar y ver en directo a la médium, además de sentir sonrojo por algunos de mis congéneres, concluí que no necesita que le chiven nada por un pinganillo porque tampoco hace nada extraordinario.
Como contaba en mayo aquí mismo, los mensajes son todos del estilo de: «Mamá te quiere mucho»; «Eras la niña de los ojos de papá»; «Tu abuelo dice que cada vez te pareces más a tu madre»… Y se repiten en diferentes variantes. Así, Anne Germain informa a un par de mujeres jóvenes de que a sus respectivos abuelos les parece que visten faldas demasiado cortas. ¿A qué abuelo le parece recatada la vestimenta de alguna de sus nietas? Pero la gente traga. La médium acierta con generalidades o cuando pregunta y, si mete la pata hasta el fondo, cambia de tercio. Esta técnica -unida a una cuidada edición- la usa en el plató de Telecinco para impresionar al público y al famoso de turno.
«La polémica y la veracidad sobre los poderes de la médium Anne Germain, vuelven a estar en entredicho», escribían ayer en Fórmula TV. No, los poderes de le médium nunca han estado en entredicho. Jamás. No hay duda alguna de que no se comunica con los muertos. Como todos los médiums desde las hermanas Kate y Maggie Fox, nunca ha demostrado ser más que una embaucadora, alguien con tan pocos escrúpulos que hace negocio del dolor ajeno. No hacía falta contar con documentos que lo confirmaran. Al revés, quien tiene que demostrar algo es quien dice que lo hace. La vidente británica nunca ha probado que se comunica con ningún Más Allá. Si lo hace, ¿por qué Anne Germain no opta al premio Sísifo de un millón de euros a quien demuestre tener poderes paranormales? Si yo digo que soy capaz de correr cien metros en un tiempo determinado y me ofrecen un millón si lo demuestro, ¿qué creen que haría? Que ni Anne Germain ni ninguno de sus colegas aspire a ganar el premio, que en España coordina el Círculo Escéptico, confirma lo que son.
¡Pruébelo o cállese!
La médium de Telecinco ha respondido al reportaje de El Mundo con un breve comunicado en su página de Facebook. Dice:
«Nunca he ocultado que recibo un perfil de los invitados, incluso lo he comentado aquí, en Facebook. No los conozco y mi equipo me prepara unas notas que me entrega poco antes de entrar al programa. No es información secreta ni confidencial. Es más, lo habitual es que luego me deje los papeles olvidados porque no son importantes.
Si realmente basara todo el programa en esa breve información, sería más sencillo aprendérmela de memoria en mi casa que recibirla impresa en el camerino poco antes de empezar. Además, no llevo pinganillo, ni en el programa ni en la gira.
Siempre lo he dicho, no pretendo convencer a los escépticos. Trato de transmitir lo más claramente posible los mensajes que percibo de sus seres queridos a las personas que acuden a mí».
Pues, pruébelo y no desvíe la atención sobre una documentación que es sólo el último clavo en el ataúd de su credibilidad y que a algunos nos sobraba, como dejamos claro en las redes sociales desde el primer momento. Hasta que no demuestre sus presuntos poderes, figurará en la misma categoría de embaucadores que el resto de los médiums, adivinos, tarotistas… A fin de cuentas, cualquiera puede aprender los cuatro trucos que ese gremio utiliza para simular tener poderes extraordinarios.
Si no sabe con los muertos de quién contactar para demostrar que usted no es un fraude, hágalo con los míos; pero no me diga que me quieren ni que están orgullososo de mí, que ese cuento ya me lo sé. También podría contactar con las víctimas de crímenes para que denunciaran a sus asesinos y proporcionaran pruebas que posibilitaran su condena. Mientras no haga algo así y siga dedicándose al circo de la telebasura paranormal rosa -como acertadamente calificó Schwarz su programa-, merecerá el mismo crédito que Carlos Jesús, Tristanbraker y otros monstruos televisivos; con la ventaja para ellos de que sus espectáculos no daban asco. Más Allá de la Vida, tanto en su versión televisiva como teatral, es algo obsceno, repugnante.
Nota publicada en Magonia el 8 de octubre de 2012.