Parapsicólogos estadounidenses quieren sumergir en abril un maniquí con micrófonos hasta los restos del Titanic para grabar psicofonías, voces que los aficionados a lo paranormal creen que proceden del mundo de los muertos. «Hay espíritus ahí fuera y es una manera de comunicarse con ellos», ha declarado Matthew Kelley, camionero retirado y fundador de la Sociedad de las Pruebas Directas de la Vida Después de la Vida, a The Sun Sentinel. Él y sus seguidores creen que los escenarios de catástrofes quedan impregnados de la presencia de las víctimas y son, por eso, el sitio idóneo para comunicarse con el Más Allá. Es algo que comparte en nuestro país Iker Jiménez y que hace meses llevó a un colaborador de Cuarto Milenio a intentar grabar psicofonías en el campo de concentración nazi de Dachau.
Kelley y su grupo viajarán en abril hasta el lugar del Atlántico Norte donde murieron 1.517 personas el 15 de abril de 1912 al naufragar el Titanic tras chocar con un iceberg. Los restos del barco se encuentran desde entonces a 3.800 metros de profundidad, donde fueron descubiertos en septiembre de 1985 por una expedición franco-estadounidense comandada por el oceanógrafo Robert D. Ballard. «Vamos a recrear la atmósfera comiendo lo mismo que se sirvió en el barco la noche que se hundió, y escucharemos la misma música que aquella noche. Pero quiero dejar una cosa clara: no creo en espíritus. Vamos a buscar impresiones residuales», sostiene Kelley contradiciéndose a sí mismo y después de ocho años grabando psicofonías. A éstas se las conoce en el mundo anglosajón como fenómenos de voz electrónica (EVP), lo que suena más aséptico que el término popular, aunque sea igual ridículo. Aunque no tanto como anunciar que uno va a grabar voces del Más Allá y que hay espíritus ahí fuera, pero que no cree en espíritus.
La troupe de Kelley incluye al clérigo James Long, obispo de la Vieja Iglesia Católica de Estados Unidos, que ha asistido a numerosos exorcismos y es una especie de padre Fortea a la yanqui, y es muy posible que a algún médium. Además de depositar 1.500 rosas blancas en el agua y una placa cerca de los restos del trasatlántico, los parapsicólogos sumergirán en el mar un muñeco, bautizado como Dobie en honor de Dobie Maxwell, anfitrión en Wisconsin de un programa de radio dedicado a lo paranormal. Será el maniquí el que llevará los micrófonos para captar las voces del Más Allá y hacer espectáculo de la tragedia del Titanic, como en España hacen la tele y la radio esotéricas de la de Belchite. De hecho, el ex camionero ya ha adelantado que, si prospera esta expedición -necesita para ello recaudar 83.000 dólares y dice que hay interesados algunos canales de televisión-, el próximo destino de su grupo de cazafantasmas será Jonestown, en la Guayana Francesa, donde en noviembre de 1978 se suicidaron 900 miembros de la secta Templo del Pueblo.
Nota publicada en Magonia el 16 de noviembre de 2010.