
«La agencia localizaba a los mejores expertos en cada campo y los reunía para los proyectos del Área 51», explica el ingeniero Thornton Barnes. Recuerdan los protagonistas que sí practicaron la ingeniería inversa, pero no de naves extraterrestres -como sostienen algunos ufólogos-, sino de ingenios militares soviéticos. Y aseguran que la Fuerza Aérea puso en marcha en 1952 el Proyecto Libro Azul, un programa de investigación sistemática de avistamientos de ovnis, por el revuelo que en Nevada y sus alrededores estaban provocando las visiones de los aviones secretos con base en el Área 51. Esta afirmación choca con el hecho de que, según constaba hasta ahora, las instalaciones no entraron en servicio hasta mediados de los años 50, por lo que o se trata de una confusión o hubo algún tipo de actividad en la base antes de lo que se creía hasta ahora. Posteriormente, sólo una de las aeronaves, el A-12 Oxcart -precursor del SR-71-, hizo 2.850 vuelos de prueba desde el complejo en los años 60. «¡Son muchos avistamentos de ovnis!», ironiza Hugh Slater, comandante de las instalaciones en aquella época.
Ya en 1997, un informe titulado El papel de la CIA en el estudio de los ovnis 1947-1990, obra del historiador Gerald K. Haines, desveló que en los años 50 y 60 «cerca de la mitad» de los avistamientos de ovnis en EE UU correspondieron a vuelos de aviones espía. La CIA prefería que el público creyera en visitantes extraterrestres a destapar la existencia de sus más sofisticadas herramientas y, durante décadas, los conspiranoicos han colaborado en ese encubrimiento al intentar convencer a la opinión pública de que en las instalaciones de Nevada, cuya existencia Washington no admitió hasta 2000, se guardaban los restos de naves de otros mundos.