El tarot protagoniza el último libro de la colección ¡Vaya Timo!, firmado por el periodista valenciano Javier Cavanilles, quien echa por tierra algunas de las creencias más extendidas sobre la popular baraja, incluido su origen egipcio. El del tarot es un asunto que nunca me ha interesado, ya que considero el mazo simple atrezo, lo mismo que la bola de cristal, los posos del café, las velas de colores, las pirámides de cristal y cualquier otro elemento decorativo tan del gusto de los brujos. A pesar de eso -o quizá por eso, por no saber casi nada de la baraja y su historia-, me he leído de un tirón el último título de la colección escéptica de Laetoli, un texto con el que me he reído no pocas veces.
La portada es genial, quizá la mejor de la serie. Se ve en ella a la típica bruja televisiva con sus tarifas, que van desde los 5 euros por malos presagios hasta los 30 por un futuro maravilloso. La ilustración, de Ricard Sobres, da la clave del éxito de los echadores de cartas y otros videntes: venden un futuro esperanzador a quien esté dispuesto a pagarlo, aunque el cliente se encuentre en el corredor de la muerte. Cavanilles, coautor del libro Los caras de Bélmez (2007), incide en ello a lo largo de un libro en el que hace un recorrido por la historia del tarot y cómo se convirtió en herramienta de videntes. Y va más allá: explica a sus lectores por qué puede parecer que algunas personas predicen el futuro gracias a técnicas al alcance de cualquiera, como la lectura fría.
Comparto con Cavanilles la preocupación por la indefensión de los consumidores ante el negocio paranormal y creo que la transposición de la Directiva 2009/25/CE podía servir para poner las cosas en su sitio. Por lo menos en parte, dado que obligaría a los brujos a tener que demostrar sus poderes si quieren cobrar por ellos. Lamentablemente, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas condenó en abril a España, por «no haber adoptado las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas necesarias para dar cumplimiento a lo dispuesto en la citada directiva o, en cualquier caso, al no haberle comunicado estas disposiciones». Cierto es que videntes, sanadores espirituales y demás siempre podrán escaparse pidiendo a sus víctimas la voluntad, pero todo lo que sea poner trabas a quienes estafan a los demás es bienvenido, porque, como apunta el autor de El tarot ¡vaya timo!, «existe una total indefensión de los consumidores y víctimas del mercado de lo paranormal».
Javier Cavanilles [2009]: El tarot ¡vaya timo! Editorial Laetoli (Col. «¡Vaya Timo!», Nº 11). Pamplona. 130 páginas.
Reseña publicada en Magonia el 26 de octubre de 2009.