
La portada es genial, quizá la mejor de la serie. Se ve en ella a la típica bruja televisiva con sus tarifas, que van desde los 5 euros por malos presagios hasta los 30 por un futuro maravilloso. La ilustración, de Ricard Sobres, da la clave del éxito de los echadores de cartas y otros videntes: venden un futuro esperanzador a quien esté dispuesto a pagarlo, aunque el cliente se encuentre en el corredor de la muerte. Cavanilles, coautor del libro Los caras de Bélmez (2007), incide en ello a lo largo de un libro en el que hace un recorrido por la historia del tarot y cómo se convirtió en herramienta de videntes. Y va más allá: explica a sus lectores por qué puede parecer que algunas personas predicen el futuro gracias a ténicas al alcance de cualquiera, como la lectura fría.
Comparto con Cavanilles la preocupación por la indefensión de los consumidores ante el negocio paranormal y creo que la transposición de la Directiva 2009/25/CE podía servir para poner las cosas en su sitio. Por lo menos en parte, dado que obligaría a los brujos a tener que demostrar sus poderes si quieren cobrar por ellos. Lamentablemente, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas condenó en abril a España, por «no haber adoptado las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas necesarias para dar cumplimiento a lo dispuesto en la citada directiva o, en cualquier caso, al no haberle comunicado estas disposiciones». Cierto es que videntes, sanadores espirituales y demás siempre podrán escaparse pidiendo a sus víctimas la voluntad, pero todo lo que sea poner trabas a quienes estafan a los demás es bienvenido, porque, como apunta el autor de El tarot ¡vaya timo!, «existe una total indefensión de los consumidores y víctimas del mercado de lo paranormal».
Javier Cavanilles [2009]: El tarot ¡vaya timo! Editorial Laetoli (Col. «¡Vaya Timo!», Nº 11). Pamplona. 130 páginas.
También «existe una total indefensión de los creyentes y víctimas de cualquier religión como la cristiana…» y sin embargo nadie se pone las manos a la cabeza como con estos temas. Por favor, no seamos hipócritas… Qué os gusta el sensacionalismo y la crítica fácil e ignorante.