Roswell vuelve a ser el centro mundial de la religión ovni durante unos días, con motivo del 62 aniversario del supuesto accidente en las inmediaciones de un platillo volante. La nave de otro mundo fue en realidad un globo del proyecto ultrasecreto Mogul cuyo objetivo era detectar las ondas sonoras de pruebas nucleares soviéticas; pero eso no importa a los miles de personas que peregrinan hasta la remota localidad de Nuevo México, que acoge hasta el lunes espectáculos, mesas redondas, conferencias y desfiles protagonizados por los grises cabezones. Se celebra un simposio cristiano sobre los extraterrestres en el que se hablará de las advertencias bíblicas sobre la «comunicación con espíritus no terrestres», de como el mensaje de los visitantes es «un falso evangelio» y de la conexión entre los ovnis y la evolución, entre otras cosas. Hay también talleres de construcción de cohetes, estrellas de segunda o tercera fila de la ciencia ficción como Brian Thompson y otras venidas a menos como Malcolm McDowell, quien fue ayer el maestro de ceremonias de la apertura del Museo Ovni de Roswell.
No faltarán intervenciones de clásicos del conspiracionismo como Stanton Friedman, que durante estos días dará una conferencia sobre el caso Roswell, otra sobre el viaje estelar, otra sobre ‘La pseudociencia de la antiufología’, otra más sobre ‘El culto de SETI’ y una última -¡cuánta sabiduría la de este hombre!- sobre los porqués de los ovnis. El programa del Festival Ovni de Roswell de 2009 confirma que la ufología es cada vez más marginal, más freak, que vive encerrada en su propio universo de autoafirmación donde Don Nadies reciben tratamiento de sabios y que ya no existe la mínima posibilidad de que cualquiera con dos dedos de frente se tome en serio el universo de los platillos volantes.
Nota publicada en Magonia el 3 de julio de 2009.