Suele decirse que un nanosegundo es el tiempo que tarda un automovilista imbécil en tocar el claxon cuando el semáforo se pone verde. Algo más -un nanosegundo es la milmillonésima parte de un segundo- suele tardar el vidente de guardia en dar, a posteriori, con las causas que hacían predecible la última catástrofe. Es lo que hace en su web el astrólogo Carlos García de Astorza en un texto plagado de jerga pseudocientífica en el que intenta convencernos de que el fatal destino del vuelo de Air France 447, desaparecido el lunes en el Atlántico cuando viajaba de Río de Janeiro a París, estaba escrito en las estrellas.
García de Astorza ha levantado la carta astral del vuelo siniestrado y, a partir de ella, concluye que la causa de la tragedia fue un «fallo eléctrico por fuga de liquido». «La carta del momento del despegue es el equivalente a la carta de nacimiento de una persona. En la carta del vuelo AF 447 llama la atención una estructura planetaria llamada YOD que nos habla precisamente de problemas eléctricos imprevistos que dejan al comandante sin control de los mandos», escribe. Y yo me pregunto: ¿por qué la que vale es la carta del momento del despegue del vuelo accidentado y no la carta del momento del primer despegue del avión, que sería el de su nacimiento como aeronave?, ¿por qué tuvieron los 228 pasajeros del Airbus 330-200 francés el mismo destino, a pesar de haber nacido en fechas y lugares diferentes?, ¿es que una carta astral individual se anula automáticamente cuando uno sube a un avión, un barco, un coche, una bicicleta…? y, sobre todo, ¿por qué los adivinos nunca evitan ninguna catástrofe a pesar de que después siempre dicen que era previsible?
Nota publicada en Magonia el 5 de junio de 2009.