«No soy jugador; pero me apostaría 1.000 dólares a que estamos ante un anuncio falso más», le decía a primera hora del viernes por correo electrónico a Benjamin Radford, experto en lo paranormal y miembro de los consejos editoriales de las revistas The Skeptical Inquirer y Pensar. «Por supuesto», me respondía él. Un buscador de monstruos había convocado para horas después una rueda de prensa en Palo Alto, California. Prometía presentar pruebas concluyentes de la existencia del bigfoot, el hombre salvaje norteamericano. Decía que Matt Whitton y Rick Dyer, dos cazadores de Georgia, habían encontrado un cuerpo del animal y que iban a presentar a los medios fotos y resultados del correspondiente análisis de ADN.
Antes de nuestro intercambio de mensajes, Radford había apuntado acertadamente en un artículo lo que, conocido el protagonista de la historia, cabía esperar de tan espectacular anuncio. El personaje en cuestión se llama Tom Biscardi, es un cazador de bigfoots y ya hace tres años vendió como la prueba definitiva de la existencia del homínido la falsa captura de un ejemplar. Ahora, ha vuelto a hacer lo mismo. Whitton y Dyer -que son excursionistas y no cazadores- no enseñaron a los medios el viernes ningún cadáver, las fotos eran borrosas y los análisis de tres muestras de ADN correspondían a un animal sin identificar, un hombre y una zarigüeya. Sumen a eso que el cuerpo en el congelador parece corresponder a un disfraz de gorila y estamos ante la típica maniobra para conseguir publicidad gratuita para una web, la de Biscardi, dedicada a comercializar recuerdos vinculados al bigfoot.
Lo que era de esperar para cualquiera que sepa cómo se las gastan por Paranormalia, como llama al mundo del misterio el filósofo Ricardo Campo. No hace falta salir de España ni remontarse mucho en el tiempo para comprobar que las pruebas definitivas tienen tendencia a desaparacer en el mundo del misterio. Recuerden cómo Iker Jiménez presentó en Cuatro la prueba de una conspiración para borrar de la historia a un cosmonauta soviético, cómo Juan José Benítez mostró en TVE una filmación para apoyar la idea de que ha habido ruinas extraterrestres en la Luna; cómo otra vez Jiménez dijo en 1997 en la revista Enigmas que tenía las pruebas del origen paranormal de las caras de Bélmez, cómo… Ahora bien, no se les ocurra ser tan maleducados como para rememorar que el cosmonauta desaparecido en realidad nunca existió, que la película con los edificios lunares habia sido rodada en un estudio de animación, que lo de Bélmez es un fraude como la copa de un pino… Y así podríamos seguir recuperando del olvido anuncios extraordinarios de los expertos en lo paranormal que se tornaron a la vuelta de la esquina en nada. Luego quieren que se les tome en serio.
Nota publicada en Magonia el 17 de agosto de 2008.