La globalización de la superstición y la incultura en español

Anuncio de la colección de DVD y libros de Iker Jiménez que cada lunes se vende junto a 'El País'.
Anuncio de la colección de DVD y libros de Iker Jiménez que cada lunes se vende junto a ‘El País’.

Dice el Defensor del Lector de El País, José Miguel Larraya, en el correo electrónico estándar que están recibiendo como respuesta quienes, como el arqueólogo y escéptico Alfonso López Borgoñoz, se han quejado por el coleccionable de Cuarto milenio que, «en sus más de treinta años de historia, la parapsicología, las apariciones o los ovnis han sido ignorados por El País y cuando han sido abordados se ha hecho siempre con un criterio razonable alejado de cualquier actitud crédula». No es cierto, y no hace falta retroceder mucho en el tiempo para comprobarlo.

Díganme, si no, si pueden calificarse de críticas la entrevista promocional publicada por el colorín del diario de Prisa el 30 de diciembre y la entrevista que Juan Cruz hizo a mayor gloria del matrimonio Jiménez-Porter en junio de 2006. Hace tiempo que el diario global en español rompió la norma que Larraya cree vigente. O es que a lo mejor lo está, pero únicamente para los vendedores de misterios de la competencia, que todo puede ser. Porque Iker Jiménez y sus chicos son de la casa, un invento de la Cadena SER, traspasado a Cuatro, impreso en Aguilar -donde tienen su propia coleccion de libros- y ahora promocionado en el periódico.

Iker Jiménez tiene motivos para estar contento. Ha conseguido que el principal consorcio multimedia español aparque sus principios -supuestamente, la información veraz era uno de ellos- y se convierta en un ventilador de superstición e incultura. Un entramado mediático gigantesco en comparación con la Televisión Española (TVE) que en la Transicion cobijaba las fantasías de Fernando Jimenez del Oso y Juan José Benítez, tan basadas en hechos reales como las de la estrella misteriológica de Cuatro, cadena que ha salpicado su programación de telebasura paranormal como Telecinco de telebasura rosa.

Los Jorge Javier Vázquez y Carmen Alcayde de Aquí hay tomate no tienen nada que envidiar a los Iker Jiménez y Carmen Porter de Cuarto Milenio. Frente a la deformación de la mal llamada crónica social -siempre han sido chismorreos-, la televisión de Prisa ha optado por la deformación de la realidad, por llenar el mundo de platillos volantes, fantasmas, maldiciones, poderes mágicos, demonios, posesiones, poltergeist, apariciones marianas, milagros, monstruos… La verdad no tiene sitio en el plató porque acabaría con todos esos cuentos chinos que tanto dinero dan a quienes han decidido explotar la credulidad del público.

El DVD-libro que cada lunes se vende junto a El País -con la mancheta del diario a modo de sello de calidad- es más de lo mismo, una reedición de las patrañas dominicales de Cuarto Milenio. «La decisión de ofrecer ese coleccionable a los lectores del diario responde, como es obvio, a razones estrictamente comerciales cuya valoración, como se me ha recordado, no forma parte de las competencias del Defensor del Lector de acuerdo con su Estatuto, que acota sus funciones a los contenidos del periódico y a vigilar que el tratamiento de las informaciones sea acorde con las normas éticas y profesionales del periodismo», argumenta Larraya en su mensaje de correo. Y añade: «Siempre será discutible si el diario ve comprometido su prestigio en función de la calidad de los productos que comercializa que cada día son más variados. Pero le aseguro que éste defensor no puede ni quiere entrar a valorar sus prácticas comerciales, ni a garantizar la calidad de esos productos». ¿Se imaginan al buque insignia de Prisa comercializando pulseras magnéticas, bolas de cristal, barajas de tarot o patas de conejo? ¿No? Pues eso es, exactamente, lo que está haciendo y a lo que no creo que vaya a renunciar, vista la respuesta del Defensor del Lector.

Científicos y supercherías

¿Qué puede hacerse frente a este ataque a la razón ante el que el supuesto representante de los lectores en El País se lava las manos como el Pilatos de los Evangelios? Es la pregunta que estos días se hacen no sólo los escépticos más activos, sino también periodistas especializados en ciencia y científicos. Cada uno actuará como quiera, pero ya sabemos para lo que sirve no hacer nada. En junio de 2004, cuando el equipo de Milenio 3, el programa de la Cadena SER dirigido por Jiménez, intentó engañar a varios de museos de ciencia y planetarios españoles para que participaran en una Alerta ovni que se les presentó como una noche de observación astronómica, los responsables de esos centros optaron por dar la callada por respuesta. Un error. Callar no sirve de nada, aunque más grave es hacer el caldo gordo a los charlatanes por miedo al poderoso grupo mediático que los ampara y hay que echarlo en cara a quien así actúa.

Es muy dificil que un científico español ignore a estas alturas de qué van Milenio 3 y Cuarto Milenio. Y, sin embargo, los hay que participan de vez en cuando en estos programas, dando con su imagen y su nombre cobertura a las afirmaciones pseudocientíficas que se hacen antes y después de sus intervenciones. Hay excepciones, claro. El pasado 17 de junio, el físico español Juan Ignacio Cirac, que reside en Alemania, salió en Cuarto Milenio hablando de su trabajo. Semanas después, Jimenez dedicó parte de un editorial de su web a presentar la intervención del premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2006 como un apoyo indirecto a su labor. La verdad es que Cirac no conocía el programa.

«Ni sabía de qué iba (sólo me indicaron que trataba de temas de todo tipo, incluido el científico)», me contó en septiembre pasado. «No tengo ningún interés en los temas paranormales», añadió cuando le expliqué lo que es Cuarto Milenio. Cirac intervino en el programa de buena fe, para hablar de ciencia, y sólo después supo que era un espacio de promoción de la pseudociencia. Y Jiménez utiliza a este científico como un aval de su trabajo. ¿Es el de Cirac un caso único? Es posible, pero sólo este caso ya demuestra la ética del heredero de Jiménez del Oso, el mismo individuo al que ahora promociona un periodico cuyos editoriales suelen abogar por invertir en ciencia y cultura. ¿Para qué, si ya tenemos a Jiménez, Porter y sus extraterrestres y espíritus que nos lo pueden enseñar todo?

Lo más triste no es, sin embargo, el éxito de Jiménez; sino que éste es una demostración indiscutible del fracaso de la divulgación científica española. De eso hablaremos otro día.

Nota publicada en Magonia el 1 de febrero de 2008.


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