Apofis: probabilidad de impacto nula

Un asteroide, a punto de caer en la Tierra. Ilustración: State Farm.
Un asteroide, a punto de caer en la Tierra. Ilustración: State Farm.

La probabilidad de que el asteroide Apofis (2004 MN4) choque contra la Tierra en este siglo es prácticamente nula. Inexistente para 2029, de 1 entre 45.000 -el 0,0022%- para 2036 y de 1 entre más de 12 millones -el 0,0000081%- para 2037, según su ficha del Programa de Objetos Cercanos a la Tierra de la NASA. En la escala de Turín -que mide el riesgo de impacto de un asteroide contra nuestro planeta y va de 0 a 10-, Apofis está catalogado como una amenaza de tipo 0, ya que «la probabilidad de colisión es cero, o tan baja que es prácticamente cero».

Sin embargo, si usted vio el lunes al «escritor e investigador» Bruno Cardeñosa en Channel Nº 4, el programa de Ana García Siñériz y Boris Izaguirre en Cuatro, posiblemente concluyera que los niños que hoy van a la guardería puede que no sobrevivan a la veintena debido a una pedrada cósmica que las agencias espaciales estudian ya cómo evitar. Tranquilícese, el autor de El código secreto -una antología del disparate sobre la evolución humana- metió la pata una vez más al presentar como datos fidedignos unos cálculos que fueron descartados por los científicos en diciembre de 2004, días después del debut de Apofis como una amenaza para la Humanidad.

Cardeñosa hizo en Channel Nº 4 un alarde de periodismo de imbestigación, aderezado con apocalípticas imágenes de Cuatro maneras de acabar con el mundo, una producción catastrofista de la BBC. Acertar, lo que se dice acertar, únicamente lo hizo en el diámetro de la roca -unos 320 metros-, su nombre y que pasará en 2029 a unos 30.000 kilómetros de nuestro planeta. El resumen de su discurso apareció sobreimpresionado en pantalla durante su intervención: «En 2029, un asteroide puede provocar un cataclismo». Sin embargo, cualquiera que consulte la información de la NASA en Internet sabe que no es así: el choque de 2029 está descartado y la probabilidad de impacto en años posteriores tiende a cero. El espectacular sobrevuelo de Apofis tampoco ocurrirá en agosto de 2029 -como sostiene el ufólogo y recordó varias veces a gritos Izaguirre-, sino el 13 de abril de ese año y será visible desde África, Asia y Europa. ¡Ojo!, será viernes, así que seguro que los supersticiosos esperan lo peor.

El periodista esotérico intentó tranquilizar al personal diciendo que la NASA estudia cómo desviar éste y otros asteroides. Este extremo es tan cierto como que la Atlántida desapareció hace 9.000 años por un impacto cósmico, tal como apuntó una documentada contertulia a la hora de citar ejemplos de catástrofes achacables al choque de objetos celestes. Porque sí es verdad que la NASA y otras agencias espaciales vigilan los objetos cercanos a la Tierra (NEO) y trabajan en cómo podría evitarse una catástrofe en caso de detección temprana de la amenaza, pero no lo es que estén estudiando cómo desviar Apofis en 2029, ya que ese asteroide no está en rumbo de colisión ni ostenta el grado 2 de peligrosidad de la escala de Turín, como mantiene Cardeñosa. También se confunde el colega de Iker Jiménez cuando afirma que, «justo ahora hace cien años» se produjo en Siberia una catástrofe de este tipo. El objeto de Tunguska se estrelló el 30 de junio de 1908 -no en 1907, como dice él- y tampoco arrasó una superficie equivalente a la de la ciudad de Nueva York -que ocupa 800,3 kilómetros cuadrados-, sino unos 2.000 kilómetros cuadrados, el equivalente a la provincia de Guipúzcoa.

Nota publicada en Magonia el 10 de enero de 2007.


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