
Tecnología del siglo XXI
El aparato es un mecanismo de bronce y madera del tamaño de una caja de zapatos: 31,5 centímetros de longitud, 19 de anchura y 10 de grosor. Originalmente, el sistema de ruedas dentadas estaba protegido por una caja de madera, hoy casi totalmente perdida. Esa caja tenía una puerta frontal y otra trasera, «con inscripciones astronómicas que cubrían la mayor parte del exterior del mecanismo», explican Michael Edmunds, astrofísico de la Universidad de Cardiff, y sus colaboradores en Nature. Hasta nosotros han llegado 82 fragmentos del aparato, cinco de los cuales incluyen parte de las tapas con las instrucciones.

La tecnología del siglo XXI ha permitido ver mejor el estilo de letra de las inscripciones, común entre 150 y 100 aC. Además, ahora es legible el doble de texto que en la época de De Solla Price y eso, junto con el número de dientes de las ruedas, ha ayudado a determinar para qué servía la máquina. El dial frontal se utilizaba para conocer «la posición del Sol y la Luna en el Zodíaco, y un calendario correspondiente de 365 días que podía ajustarse para los años bisiestos». Los dos diales traseros indicaban el tiempo según dos ciclos astronómicos: el de Calipo -de 76 años y 940 lunaciones- y el de Saros -de 18 años y 223 lunaciones-, usado para predecir eclipses solares y lunares. Además, los autores creen, por las inscripciones, que pudo haber engranajes -hoy perdidos- para vaticinar el movimiento de los planetas.
«Astronomía exacta»

«Los calendarios eran importantes en las sociedades antiguas para establecer las actividades agrícolas y las fechas de los festivales religiosos. Los eclipses y los movimientos de los planetas tenían a menudo interpretaciones proféticas, mientras que la tranquila regularidad de los ciclos astronómicos debe de haber sido filosóficamente atractiva en un mundo violento e incierto», explican los autores, entre los que hay astrofísicos, matemáticos, filólogos y arqueólogos, que asisten hoy y mañana en Atenas a un congreso internacional sobre la máquina de Antiquitera. El aparato es tan complicado que no hay otro equiparable hasta que aparecen los primeros relojes mecánicos, ya bien entrada la Edad Media. «Plantea la cuestión de qué más hicieron los griegos de la época. Por su importancia histórica y su rareza, lo considero más valioso que la Mona Lisa«, sentencia Edmunds, cuyo equipo planea ahora hacer un modelo informático de la máquina y, con el tiempo, uno real.
¿La construyó Hiparco de Nicea?
Michael Edmunds y sus colaboradores apuntan en Nature la posible identidad del diseñador de la máquina de Antiquitera. Creen que pudo tratarse del considerado primer astrónomo científico, Hiparco de Nicea o de Rodas (190-120 aC). Matemático y geógrafo, además de astrónomo, vivió en la época en la que fue construido el mecanismo y en Rodas, donde murió y de donde se cree que partió el barco romano que lo transportaba.
Hiparco fue uno de los grandes genios de la Antigüedad. Sucedió a Eratóstenes en la dirección de la Biblioteca de Alejandría y sus hallazgos revolucionaron la astronomía. Elaboró un catálogo de 850 estrellas, clasificadas según su brillo aparente, tal como se hace en la actualidad; midió el año con un error de 6,5 minutos; descubrió la precesión de los equinoccios; calculó la distancia de la Tierra a la Luna con mucha precisión; y -lo más importante en el caso de la máquina de Antiquitera- desarrolló una teoría que explicaba las irregularidades del movimiento de la Luna por el cielo debidas a su órbita elíptica.
«Encontramos una plasmación mecánica de esta teoría (sobre el movimiento de la Luna) en el engranaje del mecanismo, lo que revela un grado inesperado de sofisticación técnica para esa época», indican los autores. La máquina podría ser, según ellos, la plasmación física de algunos de los hallazgos de Hiparco de Nicea, ciudad a la que apuntan como puerto de salida las ánforas y monedas recuperadas del pecio de Antiquitera.
Otro invento de los dioses astronautas
«¿De qué benévolos astronautas recibieron nuestros antepasados este sorprendente regalo?», se preguntaba Erich von Däniken sobre la máquina de Antiquitera en 1973, en su libro El mensaje de los dioses. El escritor suizo hizo fortuna en los años 70 y 80 presentando como misterios atribuibles a visitantes extraterrestres numerosos vestigios arqueológicos de todo el mundo.
Treinta años después, el ufólogo español Bruno Cardeñosa considera, en su libro 100 enigmas del mundo, que el mecanismo de Antiquitera es «un ejemplo perfecto que viene a quebrar una verdad impuesta: hace 2.000 años no existía la tecnología para confeccionarlo y aún no se habían alcanzado los conocimientos que se derivan de su perfección a la hora de calcular movimientos de astros».
El astrofísico Michael Edmunds, líder del equipo de investigadores que ha examinado el mecanismo, indicó ayer a este periódico que considera «desafortunadas» tanto la explicación extraterrestre como cualquier otra que hurte el logro a los antiguos griegos. «Estamos seguros de que fue hecha por los griegos. La astronomía que hay en la máquina es completamente compatible con la del periodo en el que se construyó (entre 150 y 100 aC). ¡Lo que esto demuestra es que la tecnología griega era entonces realmente avanzada! Y eso no es un misterio, ¡es interesante!».
Publicado originalmente en el diario El Correo.
Otra evidente prueba de que los anunnakis nos crearon y nos enseñaron sus conocimientos.
Al igual me creo que en la antigua grecia disponían de unos avances tecnológicos (creados por humanos) suficientes como para poder llegar a esos cálculos matemáticos y para poder observar todo el sistema solar. ¿Estamos tontos?