Bill Clinton habla del ovni estrellado en Roswell y de los alienígenas del Área 51

Personal de tierra prepara en el Área 51 un U-2 de la CIA para un vuelo de entrenamiento. Foto: CIA.
Personal de tierra prepara en el Área 51 un U-2 de la CIA para un vuelo de entrenamiento. Foto: CIA.

«Lo de Roswell fue una ilusión. No creo que ocurriera», afirma Bill Clinton en una entrevista concedida a la revista FinanceAsia, de la que me ha informado James E. Oberg, ex ingeniero de la NASA y miembro del Comité para la Investigación Científica de las Afirmaciones de lo Paranormal (CSICOP). Recuerda el predecesor de George W. Bush en la Casa Blanca que durante su segundo mandato se celebró el cincuentenario del supuesto accidente de un platillo volante en Roswell (Nuevo México) en 1947, cómo gente de todo el mundo viajaba hasta la localidad y cómo había en Estados Unidos un segundo foco de atracción del turismo platillista, la famosa Área 51.

«Existía también otro sitio en Nevada donde la gente creía que habíamos enterrado un ovni y quizás un alienígena profundamente bajo tierra porque no queríamos permitir que nadie fuera allí. Ahora puedo decirlo porque el secreto se ha levantado y es de dominio público. Había mucha gente en mi propia Administración que estaba convencida de que Roswell era un fraude, pero que lo de ese lugar de Nevada iba en serio, que había allí un artefacto alienígena. Así que mandé a alguien a que lo averiguara. Y se trataba realmente de una instalación de defensa en la que se hacían cosas aburridas que no queríamos que nadie más viera».

Pistas de aterrizaje, hangares, una piscina, carreteras, un campo de béisbol… Eso es lo que hay en la base del lago seco de Groom, en Nevada, conocida entre los fanáticos de los ovnis como el Área 51 o la Tierra de los Sueños. Se sabe desde hace años. Cualquiera puede comprobarlo en la web de la Federación de Científicos Americanos (FAS), donde hay imágenes de satélite de la región tomadas en 1968 por el Servicio Geológico de Estados Unidos. Sin embargo, tuvieron que salir a la luz, en abril de 2000, cinco instantáneas de un satélite para que el rentable mito ufológico se fuera abajo. Las imágenes, de una resolución de dos metros, fueron captadas en marzo de 1998 por un satélite ruso para Aerial Images. Esta firma participa, junto con Microsoft, Kodak, Digital Equipment, Autometric y la agencia Sovinformsputnik, en la realización de un mapa de la superficie terrestre. La sorpresa se produjo cuando Aerial Images puso cinco fotos del Área 51 en su web, donde podían verse gratis, aunque haya que pagar para descargarlas.

Imagen de satélite del Área 51, en Nevada, tomada en 2003. Foto: Space Imaging.
Imagen de satélite del Área 51, en Nevada, tomada en 2003. Foto: Space Imaging.

La ruptura del secreto alrededor de la famosa instalación militar copó las portadas de los principales medios de comunicación norteamericanos y los internautas se lanzaron en masa a ver cómo es la Tierra de los Sueños. Su gozo debió de ser efímero: lo que muestran las fotos no es nada de otro mundo. Pero, aún así, el servidor que las alojaba decuplicó su tráfico habitual -llegó hasta los 8 millones de páginas vistas por jornada-, y esto, unido a la acción de un hacker, hizo prácticamente imposible, hasta pasados unos días, conectar con esa web, extremo que los conspiranoicos de siempre atribuyeron a maniobras del Gobierno estadounidense. Ahora, quien desee puede contemplar, en la página de la Federación de Científicos Americanos, las imágenes de 1968, las de 1998 y unas encargadas por la propia FAS. Estas últimas tienen mayor resolución -un metro- que las de Aerial Images, pero tampoco se ve en ellas nada espectacular.

El mito del Área 51, al que tanta rentabilidad saca la ufología comercial, tiene su origen en el muro de silencio que Washington levantó alrededor la base del lago Groom desde que empezó a funcionar en 1950. La razón es obvia: en el lugar, la primera potencia del planeta ha probado sus más sofisticados aviones: desde el U-2 hasta el B-2, pasando por el SR-71 y el F117-A. El secreto llegó a tal punto que la Administración norteamericana ni siquiera reconocía la existencia de las instalaciones hasta principios de 2000. Ahora, admite que existen, pero da pocos detalles más. «Reconocemos tener ahí un centro de operaciones, pero el trabajo es materia clasificada», puntualizaba hace cinco años Gloria Cales, portavoz de las Fuerzas Aéreas, cuando millones de personas ya habíamos visto las nuevas imágenes del complejo secreto.

A preguntas de la periodista la revista FinanceAsia sobre la posibilidad de que él también haya sido víctima de un gigantesco encubrimiento, Bill Clinton responde que intentó comprobar si existen documentos secretos sobre el caso Roswell que revelaran cosas y que le habían sido ocultados. «Si existen, me los ocultaron también a mí», sentencia antes de ironizar con que haya burócratas «escondiendo esos oscuros secretos hasta a los presidentes electos». «Si es así, me engañaron con éxito y me avergüenza reconocer ante usted que intenté encontrar esos documentos», dice entre risas. Y, antes de dar el asunto por zanjado, hace un alegato sobre la necesidad de «continuar explorando los límites de nuestra existencia, en la Tierra y en el espacio», porque quedan muchas cosas interesantes por descubrir que los más jóvenes verán desveladas a lo largo de sus vidas. El ex presidente Clinton apuesta por la ciencia, como ya hizo en sus dos estancias en la Casa Blanca, y destaca que la secuenciación del genoma humano va cambiar nuestra vida en las próximas décadas, prolongándola y curando enfermedades hoy mortales. «Y muchas de las cosas que ocurran -buenas y malas- serán más extrañas que cualquier cosa escrita por la ciencia ficción», sentencia.

Nota publicada en Magonia el 15 de septiembre de 2005.


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