
«Transcurrido un cuarto de siglo, demostramos con documentos oficiales y en rigurosa exclusiva la autenticidad de esas caras sobrenaturales, un misterio que aún espera una explicación en el rincón más apartado de Andalucía», escribían los periodistas en la entradilla. Y concluían el artículo, triunfales: «Hoy, en estas páginas ustedes pueden contemplar el acta notarial que ha permanecido oculta durante casi veinticinco años, la prueba definitiva de que los rostros de Bélmez de la Moraleda no son un fraude».
En el editorial de la revista, Fernando Jiménez del Oso coincidía con ellos: «Puestos a dejar las cosas en su sitio, Iker J. y Lorenzo F., en una exclusiva que dará que hablar, aportan pruebas definitivas del carácter paranormal de las caras de Bélmez». Sólo siete años después, dado que a Jiménez le falla la memoria, no tenemos ningún inconveniente en recordarle esta prueba de su rigor. Eso sí, lo hacemos sin notario porque creemos que para demostrar ciertas cosas no hace falta un fedatario.