No hay nada que una tanto a los creyentes, en toda su variedad, como la visión del ateísmo como algo intrínsecamente malo. No cabe esperar comportamiento ético alguno por parte de quienes no adoran a ningún dios. Siglos de prédicas han grabado ese mensaje a fuego en la mente de la mayoría de la gente. De ahí, por ejemplo, que para no perder el favor público ninguno de los 535 miembros del Congreso de Estados Unidos admita abiertamente ser ateo, a pesar de que un 20% de la población de ese país no profesa religión alguna. Ahora, un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Kentucky, publicado en la revista Nature Human Behaviour, ha constatado que los ateos también tienen ese prejuicio antiateo y tienden a considerar más probable que un asesino en serie sea no creyente a que sea creyente.
El psicólogo Will Gervais y sus colaboradores han determinado la vigencia de ese sesgo a partir de una encuesta que han hecho a 3.256 personas de trece países de los cinco continentes, incluidas sociedades muy religiosas -como la saudí y la india- y muy seculares, como la finlandesa y la china. Los participantes leían una descripción de un individuo que de niño había torturado a animales y, de adulto, había llegado a matar a cinco sintecho. Entonces, a una mitad se le preguntaba si era más probable que el criminal fuera (A) un maestro o (B) un maestro no creyente, y a la otra mitad si era mas probable que fuera (A) un maestro o (B) un maestro creyente. Mientras que el 60% de los encuestados que tuvo la opción de caracterizar al villano como un maestro ateo lo hizo, sólo el 30% de los que pudieron identificarlo como creyente hizo lo propio. Aunque el prejuicio tiene variaciones de un país a otro, tanto los muy creyentes como los poco creyentes son el doble de proclives a asociar la conducta criminal con el ateísmo que con un sentimiento religioso, con la excepción de finlandeses y neozelandeses. El sesgo antiateo es muy fuerte en Arabia Saudí, India y Estados Unidos.
«Resumiendo, lo participantes asumen intutivamente que los autores de actos inmorales son probablemente ateos. Este efecto es común a las diferentes sociedades, incluyendo países con mayorías budistas, cristianas, hindús, musulmanas y no religiosas, lo que demuestra que el prejuicio moral contra los ateos no es exclusivo de las sociedades mayoritariamente abrahámicas o monoteístas», dicen los investigadores. Todo ateo confeso se ha topado alguna vez con la cara de sorpresa de alguien cuando en una conversación le dice abiertamente que no cree en ningún dios. Me ha pasado varias veces y en la cara de mi interlocutor siempre veo lo mismo: no puede creer que alguien que parece un ciudadano normal y corriente no crea en una divinidad. A pesar de ese prejuicio -contra el que hay que luchar-, soy afortunado, vivo en un país donde ahora declararse ateo no tiene mayores consecuencias que que te miren raro, mientras que hay otros donde el ateísmo puede costarte la vida.
Información publicada en Magonia el 16 de agosto de 2017.