254 euros por aprender a caminar sobre brasas

Un hombre camina sobre las brasas con una mujer a cuestas en la noche de san Juan en San Pedro Manrique. Foto: Franrumar.
Un hombre camina sobre las brasas con una mujer a cuestas en la noche de san Juan en San Pedro Manrique. Foto: Franrumar.

«Cuando uno camina sobre el fuego deja atrás el miedo a lograr sus metas», dice Laín García, autodenominado coach de transformación personal y especialista en firewalking o, lo que es lo mismo, gurú de la autoayuda capaz de convencer a la gente de que algo que puede hacer cualquiera, andar sobre brasas, requiere de un estado mental especial. Exnadador de élite, se gana ahora el pan dando conferencias para que cambies tu vida, para que crezcas. Perdonen la contaminación del insufrible lenguaje de la autoayuda, pero es mejor dejar a la mona desnuda. García impartirá el sábado su seminario Camina por el fuego en la sala de conciertos Fever de Bolueta (Bilbao), previo pago de 254 euros por asistente y como colofón de una gira de charlas gratuitas organizadas a modo de gancho en Cantabria, La Rioja y el País Vasco. El acto comenzará a las 10 horas y acabará a las 22, con los discípulos de pago andando sobre carbones al rojo como si fuera algo extraordinario. Según los organizadores, 40 horas antes había apuntadas más de doscientas personas. Como decía John Nevil Maskelyne, el mago de la era victoriana que desenmascaraba médiums, «aquéllos que tienen mucho dinero y nada de cerebro están hechos para aquéllos que tienen mucho cerebro y nada de dinero».

La preparación para la proeza requiere doce horas porque, dice García, hace «un coaching de inmersión total en el crecimiento personal y en la modificación de ese sistema de creencias y miedos que nos impiden hacer cambios para lograr sueños y avanzar en la vida». Según contaba en El Correo el lunes de la semana pasada, «las brasas son una metáfora de otras tantas brasas que nos encontramos en el camino: la gente pasa por brasas de 500º C y, como para superar cualquier desafío, hay una forma de hacerlo y no se queman. Hay una parte física y una parte mental. Preparamos a las personas mentalmente y físicamente para que crucen esa barrera de fuego. Cuando salen a su vida real, van a ser capaces de afrontar todos esos miedos que han estado deteniéndoles tantos años, impidiéndoles avanzar y alcanzar sus metas». Una preparación completamente innecesaria, ya que cualquiera puede caminar sobre brasas de carbón, como demuestran cada noche de San Juan los vecinos de la localidad soriana de San Pedro Manrique y en otras fechas gente de todo el mundo.

Cuestión de física

Anuncio de las charlas gratuitas que Laín García ha dado a modo de gancho para el acto de pago en Bilbao a 254 euros la entrada.
Anuncio de las charlas gratuitas que Laín García ha dado a modo de gancho para el acto de pago en Bilbao a 254 euros la entrada.

Para andar sobre brasas no hace falta ninguna preparación especial, pagar a un coach ni encomendarse a un dios. Tampoco hay que estar en un estado físico ni mental particular. No implica nada sobrenatural. Es sólo cuestión de física; la misma que hace que, si usted mete la mano en un horno caliente y no toca ninguna superficie metálica, no se queme. «No es algo muy distinto a apagar una vela con los dedos mojados en saliva. La llama está a unos 800° C, pero tus dedos tardan un tercio de segundo en alcanzar los 65° C, lo que te produciría una quemadura. Antes de que pase ese tiempo, has apagado la llama», indica el astrofísico José Félix Rojas, profesor de la Universidad del País Vasco. Caminar sobre brasas de carbón es posible porque éstas son muchos menos densas que el cuerpo humano, tienen una baja conductividad calorífica y no vamos a estar en contacto con ellas mucho tiempo. Básicamente, como en el caso de la vela, no nos va a dar tiempo a quemarnos a no ser que nos detengamos o la alfrombra de brasas sea demasiado larga. Sin embargo, si se tratara de una superficie metálica, nos quemaríamos nada más contactar con ella, porque el metal conduce muy bien el calor. Es lo que tiene la física, que no hay que creer en ella para que funcione.

«El proceso de caminar sobre brasas es el siguiente: baja el pie y toca las brasas; el calor comienza a pasar de las brasas al pie; las brasas pierden calor y se reduce mucho la temperatura de su capa en contacto con el pie porque su calor específico es bajo y no les llega calor del interior con suficiente rapidez; el calor que entra en el pie no lo calienta demasiado porque su calor específico es mayor; el calor se transmite hacia el interior del pie y en parte es evacuado por el torrente sanguíneo; el pie se calienta lentamente y, antes de que suba en exceso la temperatura, se levanta; una vez en el aire, el pie pierde parte del calor hasta que pisa las brasas otra vez; y vuelta a empezar», explica Rojas, quien añade que, «si, además, la piel esta algo húmeda, parte del calor transmitido por las brasas se gasta en evaporar el sudor». Para reforzar la seguridad, los organizadores de este tipo de exhibiciones suelen dejar una capa de cenizas sobre las brasas porque la ceniza es todavía peor conductora del calor. De todos modos, si quieren convencerme de que su éxito a la hora de caminar sobre carbones ardientes se debe a superpoderes y no a física básica, Laín García y sus adeptos podrían dar un paseo sobre una lámina de metal calentada a 200º C. Si salen ilesos, me creeré que tienen algo de especiales.

El psicólogo Richard Wiseman puso a prueba hace unos años los poderes de los gurús del firewalking en el programa Tomorrow’s world de la BBC. El experimento fue muy sencillo. Hizo una alfombra de brasas de madera de 18 metros de longitud -en vez de los 4,5 metros habituales- e invitó a que la recorrieran varios vendedores de milagros que sostenían que su habilidad era paranormal. Tres accedieron a participar en la prueba; pero, al final, dos saltaron fuera del lecho de carbón después de haber caminado sólo 6 metros y tuvieron que ser atendidos por  quemaduras de segundo grado en los pies, y, visto lo visto, el tercero se echó atrás. ¿A qué se debió tan estrepitoso fracaso? A que la alfombra humeante era demasiado larga. Contra eso parece que no hay superpoderes, pensamiento positivo ni liberación del miedo que valga. En 2005 el entonces presidente de la Sociedad de Escépticos Irlandeses, el psicólogo Paul O’Donoghue, recordaba este episodio y que «las leyes de la física sugieren que una caminata de 3,5 a 4,5 metros es fácilmente realizable, un paseo de 6 metros ya es difícil, y acabar con éxito uno de 18 es muy poco probable».

Tolly Burkan, inventor de la idea de que caminar sobre brasas es una demostración de superación personal para la que hace falta una preparación especial. Foto: Tolly Burkan.
Tolly Burkan, inventor de la idea de que caminar sobre brasas es una demostración de superación personal para la que hace falta una preparación especial. Foto: Tolly Burkan.

La moda de vender las caminatas sobre carbones al rojo como una demostración de superación personal para la que hace falta una preparación a cargo de un gurú nació en Estados Unidos a finales de los años 70. Su inventor fue Tolly Burkan, quien en 1977, tras leer un artículo con la explicación física en la revista Scientific American, decidió probar y anduvo sobre brasas sin problemas. «Me enseñó un amigo y fue una experiencia tan transformadora que inmediatamente quise compartirla con el mayor número posible de gente. Me preguntaba por qué nadie estaba enseñando andar sobre brasas al público en general, y sentí que era un valioso servicio que había que ofrecer. De hecho, el tiempo ha demostrado que estaba en lo cierto», recuerda este vendedor de milagros. El firewalking -como le llaman los mismos que hablan de running en vez de correr- se extendió pronto por Estados Unidos rodeado, ¡cómo no!, de un halo paranormal. Yo conocí el fenómeno en 1985 a través de The Skeptical Inquirer, cuyo número de otoño de aquel año tenía como principal tema la física detrás de algo aparentemente imposible: andar sobre brasasa y no quemarse. Casualmente, fue el primer número que recibí de la revista del Comité para la Investigación Escéptica (CSI), de la que ahora tengo la colección completa.

Lo que nunca podía imaginarme en 1985 es que, 30 años después, los herederos intelectuales de Burkan harían su agosto en España. ¡Ojo!, como advierte el inventor del negocio, él y otros han conseguido desde los años 80 que muchas personas sufran serias quemaduras. ¡Y, encima, han pagado por ello!

Nota publicada en Magonia el 18 de junio de 2015.


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