Juan José Ibarretxe lo ha vuelto a hacer. Ayer, en la presentación de Jakiunde, la Academia de las Ciencias, de las Artes y de las Letras, repitió uno de sus mantras preferidos. Tras destacar que la portada del último número de la revista Nature recoge un descubrimiento en el que ha participado el físico Pedro Miguel Etxenike y mencionar la repercusión mundial del museo Guggenheim de Bilbao, dijo: «Parece mentira que un pueblo de 7.000 años haya necesitado de la innovación en materia de cultura para tener su sitio en el mundo». En las últimas semanas, el lehendakari ha hablado de los 7.000 años de antigüedad de los vascos en las campas de Foronda, ante los afiliados de su partido, y a la salida de su última reunión con José Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa. Así que no se trata de un error, sino de una idea firmemente arraigada en la visión del mundo del inquilino de Ajuria-Enea. ¿Pero tiene alguna base real lo que dijo en el acto de constitución de la Academia impulsada por Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos?
«Eso ya no se lo cree nadie», sentencia un historiador al que he pedido su opinión. A mí me sonaba desde el principio a algo tan cierto como que el primer ser humano fue modelado con arcilla por un superhéroe de barba blanca y muy mala uva, pero la persistencia del lehendakari en la idea me ha llevado a consultar con un experto, no fuera que Ibarretxe contara con información privilegiada de algún hallazgo revolucionario de última hora. No, esa información no existe. El jefe del Ejecutivo vasco se basa en lecturas viejas y desfasadas.
El origen de la idea se remonta a 1923, cuando Pedro Bosch Gimpera dictó una serie de conferencias en Bilbao, invitado por Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos. El prehistoriador catalán defendía, tal como puede leerse en su trabajo ‘El problema etnológico vasco y la arqueología‘ -publicado en la Revista Internacional de los Estudios Vascos-, que los vascos aparecieron en el Paleolítico Superior, entre 35000 y 8500 aC, y que desde entonces han vivido en la misma tierra casi prácticamente ajenos a influencias externas. «El pueblo vasco -escribió- es en realidad el descendiente del antiguo grupo de la cultura pirenaica, cuyos orígenes se remontan al pueblo indígena del norte de España del Paleolítico Superior». Las ideas del famoso prehistoriador fueron recibidas con júbilo por el nacionalismo vasco y, con el tiempo, tuvieron su continuidad en antropólogos como Telesforo Aranzadi y José Miguel de Barandiarán.
Error grande y memoria corta
Hoy en día, la continuidad de un linaje vasco desde la Prehistoria hasta la actualidad se considera tan probada como la existencia de Astérix y Obélix. Entonces, ¿por qué el lehendakari sigue con esa cantinela? «Creo que no hay mala fe. Es, simplemente, que hay gente que no lee y repite tópicos. Es algo equiparable a lo de las meigas, una tradición que se mantiene», me explicaba el historiador consultado. Quizá alguien tenga que advertir al lehendakari de que topónimos como Deba y Nervión son de origen indoeuropeo, no vasco; de que no hay la mínima constancia de la presencia del euskera en la región hasta el siglo II; y de que ésta es una tierra por la que ha pasado mucha gente a lo largo de la Historia. Harían bien los asesores de Ibarretxe en rogarle que no vuelva a repetir la cantinela de los 7.000 años de los vascos: cada vez que lo hace, incurre en un error histórico equiparable a situar a Franco en tiempos de las pirámides.
Decir que hasta ahora los vascos no hemos tenido nuestro sitio en el mundo es otro despropósito. La memoria del lehendakari es muy corta, ya que ahí están -sin ánimo completista– Juan Sebastián Elcano, Ignacio de Loyola, Lope de Aguirre, Miguel López de Legazpi, Pedro López de Ayala, Juan Crisóstomo de Arriaga, Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Ramiro de Maeztu, Cosme Damián Churruca, Ignacio Zuloaga, Xabier Zubiri, Eduardo Chillida… Y, si de lo que se trata es de haber sido portada de Nature, el astrofísico Agustín Sánchez Lavega y el paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga lo fueron hace más de una década. Sánchez Lavega es el único español que tiene en su haber dos portadas en la revista: en 1991, por la aparición de una gigantesca tormenta en el ecuador de Saturno que confirmaba una predicción suya; y en 2003, por el descubrimiento de que los vientos ecuatoriales del planeta se habían frenado bruscamente desde el paso de las Voyager. Arsuaga, por su parte, lo fue en 1993, por el hallazgo del cráneo más completo del registro fósil humano, el conocido como Miguelón.
Nota publicada en Magonia el 26 de octubre de 2007.