Treinta años se cumplen hoy de la muerte de Elvis Presley y el Rey del Rock sigue más vivo que nunca. Para la mayoría, porque su música continúa sonando y sus discos vendiéndose, y muy bien por cierto. Para una minoría, porque creen que esta vivo. Así, en The Elvis Sighting Bulletin Board me enteraba ayer de que su último avistamiento tuvo como escenario una cola para comprar perritos calientes de un supermercado Costco en Klamath Falls, Oregón (EE UU). La testigo, una tal Cherry Fereday, escuchó de repente que el cliente que estaba detrás de ella cantaba en voz baja Love me tender, se dio la vuelta para felicitarle por su voz y, ¡zas!, se dio de narices con Elvis. Nerviosa, le esperó junto a las salsas y, cuando el Rey añadía mostaza a su perrito caliente, le pidió un autógrafo. «Accedió alegremente y hasta me dio su número de móvil. Le llamé varias veces, pero no respondió a ninguno de mis mensajes», se lamenta la testigo, que posiblemente esperara que Elvis le cantara Are you lonesome tonight?, No more -la versión inglesa de la habanera La paloma, de Sebastián Yradier- o la inigualable I can’t help falling in love with you.
Resulta imposible saber cuáles de las muchas historias de The Elvis Sighting Bulletin Board son ciertas para sus protagonistas -quiero decir que se las creen- y cuáles son simple y llanamente mentiras. Desde su muerte de un ataque al corazón provocado por la ingesta continuada de barbitúricos, se han sucedido las apariciones de Elvis en carne y hueso, visiones que sus seguidores consideran pruebas de que no murió en Graceland el 16 de agosto de 1977 y sigue vivo, huido de la fama. En España, uno de los que han sembrado más dudas sobre la versión oficial ha sido Santiago Camacho, conspiranoico de cabecera de Iker Jiménez que escribió hace cinco años un reportaje en esa línea en la revista Más Allá y el 7 de mayo de 2006 repitió parte de la historia en una de las entregas de Cuarto milenio. Claro que lo que sostiene Camacho son puras especulaciones sin fundamento, cuando no demostraciones de su la habilidad investigadora propia de su gremio. Veamos un ejemplo.
«Los enigmas comienzan en la propia tumba del Rey, cuyo nombre aparece mal escrito en la lápida. El nombre completo de Elvis era Elvis Aron Presley, no Elvis Aaron Presley como aparece escrito en el sepulcro. Puede parecer un error sin importancia, pero no lo es y su padre jamás hubiera permitido que algo así sucediera como quedó demostrado cuando se cometió el mismo error en su partida de nacimiento y no paró hasta que fue subsanado. Todo ello se debe a que la familia le había puesto ese nombre en recuerdo de Jesse Garon Presley, el hermano gemelo de Elvis, que murió media hora después del parto y cuya sombra tuvo un enorme peso en la vida del cantante. Entonces, ¿cómo se explica el error en la lápida? Elvis era una persona muy supersticiosa. Tal vez prefirió no tentar a la suerte escribiendo su nombre real en un sepulcro que aún no pensaba ocupar…», escribió Camacho en Más Allá y se repitió el año pasado en un reportaje del programa de Cuatro.
Lamentablemente, basta acudir a la página oficial de Elvis Presley para desmontar el misterio de la tumba. ¿Qué dice allí? Que el Rey fue bautizado como Elvis Aron -con una a– y que así figuraba su segundo nombre en la partida de nacimiento. Sin embargo, hacia el final de su vida el cantante quiso adoptar la grafía clásica, Aaron, y por eso, cuando murió, su padre optó por ella para la lápida y se considera desde entonces la oficial. ¡Vaya investigación la del experto de Cuarto milenio!
Hay tantas pruebas de los avistamientos de Elvis Presley -un fenómeno tan americano como las observaciones del bigfoot– como de las visiones de extraterrestres, las apariciones de la Virgen y las posesiones demoniacas. Pero son un buen negocio para la prensa sensacionalista estadounidense, como los ovnis, la Virgen y el Diablo lo son para los periodistas esotéricos. Así que es lógico que los avistamientos de Elvis continúen y que, en la mayoría casos, se gesten en las propias redacciones que hacen negocio con ellos.
Yo prefiero vivir a mi manera, My way, que cantaría Elvis.
Nota publicada en Magonia el 16 de agosto de 2007.