El lehendakari vuelve a ser confesional: Iñigo Urkullu jura el cargo «humilde ante Dios»

Iñigo Urkullu jura su cargo de lehendakari ante el Árbol de Gernika. Foto: Irekia.
Iñigo Urkullu jura su cargo de lehendakari ante el Árbol de Gernika. Foto: Irekia.

«Humilde ante Dios y la sociedad, en pie sobre la tierra vasca, y bajo el Roble de Gernika, con el recuerdo a nuestros antepasados, juro ante vosotros, representantes del pueblo, cumplir fielmente mi mandato. Lo juro», ha dicho Iñigo Urkullu en euskera al jurar al mediodía como lehendakari en la Casa de Juntas de Gernika. El nuevo presidente del Ejecutivo vasco ha recuperado así la confesionalidad del acto con la que, hace tres años y medio, el socialista Patxi López rompió al prometer el cargo sobre un ejemplar del Estatuto de Genrika y sin mentar a divinidad alguna.

Urkullu, católico prácticamente, no ha retrocedido hasta la fórmula de José Antonio Aguirre -«ante Dios humillado»- ni ha empleado una Biblia y un Crucifijo -como hicieron sus antecesores peneuvistas y hacen todavía los ministros del Gobierno central-, pero ha introducido en el juramento a la divinidad en la que cree. Me hubiera alegrado que hubiera dejado sus creencias en el ámbito personal, que es donde deben estar, y no las hubiera metido en un acto en el que no vienen a cuento. Urkullu puede creer en lo que quiera y privadamente encomendarse a quien prefiera, pero no imponernos a todos los vascos sus creencias, como ha hecho hoy.

Supongo que muchos católicos estarán encantados, pero ¿qué pensarían si el nuevo lehendakari se hubiera mostrado humilde ante Alá, Zeus o cualquier otro ente sobrenatural, incluidos el Espagueti Volador y La Fuerza? Entonces, igual se sentirían como quienes no profesamos su fe. Casi cuatro décadas después del final de la dictadura, algunos siguen sin asumir la libertad de credo -que incluye la de no creer- y que no hay una religión oficial.

Nota publicada en Magonia el 15 de diciembre de 2012.


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