
Acabo de releer la corta entrevista -tiene ocho preguntas- de Juan Cruz a Iker Jiménez y Carmen Porter, publicada por El País el pasado lunes, y sigo sin dar crédito a lo que veo. El interrogatorio es amable hasta el límite y el autor deja aparcado el espíritu crítico del que en otras ocasiones ha hecho gala para jalear a la pareja de misteriólogos hasta el sonrojo y permitir que digan tonterías sin réplica alguna. Los tiempos han cambiado y el diario madrileño -que antes no hacía concesiones a Juan José Benítez, Fernando Jiménez del Oso y compañía- ahora promociona charlatanes. La razón es muy simple: son de su cuadra. Tienen programa en la Cadena SER y en Cuatro -donde también aparecen otros ilustres del gremio como Bruno Cardeñosa y Josep Guijarrro-, y han publicado su último libro en Aguilar, la editorial de la casa.
Cruz no formula a Jiménez y Porter ninguna pregunta incómoda y sí una sucesión de interrogantes a cada cual más tonto: que si cómo se escribe un libro a cuatro manos, que si ayuda que sean pareja, que si cómo viven la experiencia de la feria del libro, que si han sentido alguna vez «algún escalofrío en especial»… Son preguntas más propias de un novato al que el redactor jefe manda a hacer una entrevista con cinco minutos de preparación que de un adjunto a la dirección del principal periódico español. Cruz no molesta a las estrellas de lo paranormal de Prisa pidiéndoles, por ejemplo, las pruebas de todo lo que dicen y que las presenten de una vez a la comunidad científica, porque eso demostraría que lo que Jiménez y Porter divulgan son patrañas.
«Nosotros no somos expertos en lo extraño. Somos periodistas, de sucesos», dice Jiménez. Me vienen a la mente los periodistas de sucesos que conozco, los que trabajan día a día con seriedad, y no veo en esta pareja nada que se les parezca remotamente. Porque no hay un reportero de sucesos que vaya por ahí persiguiendo fantasmas o extraterrestres, intentando grabar voces del Más Allá, atribuyendo ataques al ganado a bichos inexistentes como el chupacabras y metiéndose en cementerios para detectar almas en pena, que es lo que ha hecho el tándem Jiménez-Porter desde que empezó en la profesión. En su papel de convidado de piedra, Cruz no recuerda al matrimonio nada de eso.
El segundo momento cumbre llega al final, cuando les pregunta: «¿Son ustedes escépticos?». «No, humildes -responden ellos-. El misterio existe, y como nos decía Iñaki Gabilondo, debemos ser humildes ante el misterio». Y se van de rositas, sin que el otras veces puntilloso periodista les replique que humilde no es antónimo de escéptico, que un buen periodista tiene ante todo que ser escéptico, que preguntarse cosas, que dudar; que una tontería, aunque la diga un profesional como Gabilondo, no deja de ser una tontería; y que lo lógico es intentar explicar los misterios, no humillarse ante ellos. Investigar es lo que hacen los científicos con los enigmas que nos rodean y lo que nunca harán ni Jiménez ni Porter, porque no lo necesitan: su negocio se basa en la ignorancia.
Nota publicada en Magonia el 11 de junio de 2006.