Los ummitas son los extraterrestres más españoles. Nacieron en 1966 cuando Fernando Sesma, un contactado que había fundado en 1954 la Sociedad de Amigos de los Visitantes del Espacio BURU y dirigía una tertulia ufológica en Madrid, empezó a recibir cartas de unos supuestos alienígenas que habían llegado a la Tierra en 1950 procedentes de la estrella Wolf 424. Su mundo se llamaba Ummo y ellos físicamente eran casi idénticos a nosotros, gracias a lo cual pasaban desapercibidos en la Tierra.
Los visitantes bombardearon durante años a un reducido grupo de ufólogos españoles con farragosos informes en los que hablaban de ciencia, historia, religión y las peculiaridades de su sociedad de origen. Y hasta se fotografió sobre Madrid uno de sus platillos volantes con la hache barrada del sello de Ummo en la panza. Buena parte de la ufología nacional consideró la historia un fraude desde el principio; pero no toda. Ni siquiera después de que en 1993 José Luis Jordán Peña, uno de los participantes en la tertulia de Sesma, confesó en la revista La Alternativa Racional ser el autor del montaje. Algunos ufólogos nunca dudaron, a pesar de que los ummitas les habían animado siempre en sus comunicaciones a no creerles.
Aunque él lo negara y faltaran pruebas incriminatorias, que Jordán Peña estaba detrás de los informes de Ummo era sabido en determinados círculos ufológicos desde los años 70. Pero ¿por qué reivindicó en 1993 la autoría del engaño en una revista escéptica? Para mí fue una incógnita hasta que leí a un conocido vendedor de misterios según el cual un colega, al que se refería como Serrucho, había grabado escondido en un armario un vídeo con presuntas revelaciones sexuales de Jordán Peña. ¿Había amenazado el tal Serrucho a Jordán Peña con hacer público el vídeo si no le daba la exclusiva del montaje de Ummo y la víctima había optado por confesar el fraude para dar en la narices al ufólogo chantajista? Es lo que sospeché durante años. No fui el único. Un día lo comenté con un amigo con quien nunca había hablado antes del asunto. Él había llegado por su cuenta a la misma conclusión. Y también llegó independientemente a ella el escéptico Luis R. González, según puede leerse en Ummo. Historia de una obsesión (2015), novela que firma como Reinaldo Manso, pseudónimo correspondiente a sus segundos nombre y apellido.
Una novela ufológica
Conozco a González desde 1980, poco después de dar mis primeros pasos en el mundillo ovni español. A pesar de separarnos la Península Ibérica -él vive en Málaga y yo en Bilbao- y de habernos visto sólo media docena de veces, le considero un viejo amigo y siempre he admirado su meticulosidad y conocimiento del mito de los platillos volantes. Tras su libro Las abducciones ¡vaya timo (2008), esperaba que se animara a escribir otro, pero no que fuera una novela. «Creo que sobre Ummo se ha escrito casi todo (yo mismo he hecho algunas contribuciones críticas significativas), pero faltaba aprovechar las facilidades de la ficción para hacer una aproximación original al asunto. Me consta que varios interesados han intentado dicha aproximación, pero siempre desde un estilo más costumbrista, más ajustado a aquellos años 60. Como apenas viví aquella época como infante, decidí adoptar una perspectiva más actual», me ha explicado.
La vida del protagonista de Ummo. Historia de una obsesión da un vuelco cuando se cruzan con él los extraterrestres del imaginario mundo. A partir de ese momento, se sumerge en un universo de servicios secretos, conspiraciones y ufólogos. Lo más divertido para mí ha sido ir adivinando qué personajes y hechos reales se esconden detrás de los de la ficción, en la que aparecen desde Antonio Ribera, el padre de la ufología española, hasta el Serrucho antes citado, rebautizado para la ocasión como Lucas Tapia, pasando, lógicamente, por el autor más prolífico del panorama nacional, un individuo cuya credibilidad está a la altura de la de Charles Berlitz.
«Lo que siempre me ha fascinado del fenómeno ovni (y demás paranormalidades, o incluso en la vida normal) es la capacidad del ser humano para engañar y autoengañarse. No se trataba pues de descalificar a los seguidores de Ummo como crédulos, sino de intentar entenderlos y tratarlos con respeto. Un elemento clave, hace años, fue la oportunidad de acompañar a mi amigo Alejandro Agostinelli en sus visitas y entrevistas a muchos miembros del grupo, incluyendo Jordán Peña y Rafael Farriols. Nada más verosímil que las propias palabras de los implicados. Buena parte de las conversaciones descritas en la novela están tomadas de dichos encuentros», asegura. Eso le da, a mi juicio, un indudable interés ufológico a esta historia que me leí de un tirón.
Sólo hay una cosa que me ha molestado de Ummo. Historia de una obsesión: que González no me contemplara como potencial víctima de la broma que organizó con motivo de la publicación del libro. Antes del lanzamiento de la obra, envió desde Londres postales ummitas, con un sello personalizado para la ocasión, a los ufólogos José Juan Montejo, Ignacio Darnaude Rojas-Marcos y Giancarlo D’Alessandro, y al escéptico argentino Alejandro Agostinelli. En la dirigida a Darnaude Rojas-Marcos, un ummita que respondía al nombre de DEI-99 decía:
Ummoaeleweeanni
Idioma: español
Núm. de copias: 7
Greetings, carbon-based biped!
Señor,
Mi padre DEI-98, ya fallecido, me recomendó visitar las prestigiosas universidades de esta nación. Aprovecho para decirles algo trascendental: hemos vuelto.
Tras algunos cambios en Ummo y su política, ahora que las condiciones isodinámicas han permitido volver a su astro solidificado, tenemos autorización para actuar de forma distinta.
Permanezcan atentos.
DEI-99
González explicaba poco después a Agostinelli que su intención al mandar las postales era ofrecer a los destinatarios «algo con que entretenerse unas semanas» y que despertase su interés hacia la novela. Por su bien, una vez que leí el libro, se redimió de haberme dejado fuera del selecto grupo y me mandó la postal que reproduzco aquí.
Reinaldo Manso [2015]: Ummo. Historia de una obsesión. Megustaescribir. Pallejà. 435 páginas.
Recesión publicada en Magonia el 7 de diciembre de 2016.