«Es una gran noticia, porque esto es investigación, esto es curiosidad, esto es entusiamo», dijo Iker Jiménez el domingo en Cuarto milenio. A su izquierda estaba Nacho Ares, colaborador del programa y licenciado en Historia Antigua; a su derecha, Manuel Abril, autoproclamado descubridor de la primera pirámide de España. Estaría oculta bajo la tierra y la vegetación en el cerro de El Cabezuelo, en Cañete (Cuenca). Sea o no una pirámide real, «es una gran noticia, porque esto es investigación, esto es curiosidad, esto es entusiamo», sentenciaba el director del programa.
Hace años que no veo Cuarto milenio. Sus fantasías y desvaríos me aburren, al igual que las expresiones de asombro de su director, tan falsas como la mercancia con la que trafica. Por eso, no me enteré hasta un día después, gracias al periodista Julio Arrieta, del último disparate perpetrado en el magazín paranormal de Cuatro: en vez de tildar de vándalo a quien causa destrozos en un yacimiento arqueológico, se le ensalzó e, indirectamente, se animó a otros a que siguieran sus pasos. Abril es un furtivo de la arqueología. Él mismo admitió ante las cámaras haber excavado sin permiso en el lugar y haber encontrado lascas de sílex, monedas ibéricas, cerámica… y, por supuesto, los restos de una pirámide. Es decir, reconoció haber expoliado un yacimiento arqueológico. Sin embargo, en los más de 20 minutos que dedicaron el tema, ni Ares ni Jiménez llamaron en ningún momento la atención al protagonista sobre su acción delictiva. Al contrario.
Abril es, dijo el director de Cuarto milenio, «el ejemplo, por fortuna, creo que abundante en España, pese al sistema, pese a todas las trabas, de que sigue habiendo gente ilusionada que es capaz de descubrir, capaz de ir a los lugares y capaz de darnos una noticia para que luego investiguemos». «Tenemos (en España) una larguísima historia de descubridores entre comillas, como tú, que nos han legado obras maravillosas y que luego se han investigado y ha habido su polémica», aseguraba en otro momento el vendedor de misterios dirigiéndose al hombre. Poco después y ante las críticas en Twitter, Ares admitía que el programa estaba editado y el hombre había pedido durante la grabación perdón por sus acciones ilegales. Puede que fuera así, pero nada de eso vieron los espectadores de Cuatro.
Un delito
En este mundo hay gente que ve pirámides por todos lados. Hubo una época en la que los antecesores de Jiménez y Ares las encontraban hasta en el triángulo de las Bermudas. Ahora, ellos creen haber descubierto una pirámide en Cuenca gracias, «como casi siempre en este país, al esfuerzo personal de un investigador que no se conformó con lo convencional y fue más allá», según el primero. Ares fue más cauto, pero no dudó en descalificar la idea de que el montículo contenga los restos de un castro. Aunque, según la empresa PAR – Tecnologías de representación gráfica del patrimonio, ese cerro «está registrado como yacimiento arqueológico (el castro del Calvillo, de hecho) desde hace muchos años en la Carta Arqueológica de Cuenca», el colaborador de Cuarto milenio negó la mayor ante las cámaras. «Parece un poco absurdo que aquello fuera un castro porque es muy pequeño», dijo. Y concluyó: «Si es una pirámide, significaría que los constructores de pirámides llegaron hasta este extremo del continente».
El Colegio de Arqueólogos de Madrid mostró el lunes su preocupación por lo visto en Cuarto milenio. «Anoche se cruzó una línea muy peligrosa, porque lo que se presentó en el programa no es sólo discutible, sino además delictivo. Más aún cuando reconocen haber editado deliberadamente el único fragmento que podría haber salvado (si es que tiene excusa) la situación (en el que el perpetrador pide disculpas y reconoce el error). El expolio del patrimonio arqueológico está tipificado como delito en el Código Penal y la intervención sobre el mismo viene regulada por una legislación específica que todos debemos cumplir; los profesionales y el resto de la ciudadanía. La acción que exaltaron ayer no tiene justificación y hace daño tanto al patrimonio (ya no estamos en los tiempos de Misión rescate y debemos recordar a lo que llevó) como a la profesión que representamos», dijeron en un comunicado. Como bien ha advertido el autor del blog Gerion Hispania, el primero que denunció los hechos, «elevar a la figura de héroe a alguien que ha cometido un supuesto expolio carga de argumentos a muchos otros que puedan estar tentados de tirarse al monte para descubrir la pirámide de su pueblo».
Manuel Abril no es un «arqueólogo aficionado», señores de Cuatro, por mucho que ustedes le presenten así en su web. No hay arqueólogos aficionados. Hay arqueólogos, aficionados a la arqueología y vándalos. El individuo ensalzado por Iker Jiménez en Cuarto milenio entra en la tercera categoría. ¿Tomará alguien cartas en el asunto? ¿Van a quedarse con los brazos cruzados los responsables de Patrimonio de Castilla-La Mancha?
Información publicada en Magonia el 18 de noviembre de 2015.