Proponen modificar el protocolo para los mensajes de radio a extraterrestres y probarlo antes en Internet

El mensaje enviado en 1974 desde el Observatorio de Arecibo. Imagen: Arne Nordmann.
El mensaje enviado en 1974 desde el Observatorio de Arecibo. Imagen: Arne Nordmann.

Tres científicos han propuesto, en un artículo publicado en el repositorio arXiv, que se modifique el protocolo para Mensajes a Inteligencias Extraterrestres (METI) y probarlo antes en Internet. Dimitra Atri, Julia DeMarines y Jacob Haqq-Misra creen que todos los mensajes enviados hasta ahora -desde el de Arecibo de 1974 hasta el dirigido a Gliese 581c en 2008- pecan de un antropocentrismo excesivo que puede hacerlos incomprensibles para culturas alienígenas. El contenido de las llamadas interplanetarias que hemos hecho es tan «dependiente de la cultura y la biología humanas que podría no ser universalmente entendido», sostienen en su artículo, titulado «A protocol por messaging to extraterrestrial intelligence» (Un protocolo para mensajes a inteligencias extraterrestres). Los factores a considerar en el nuevo protocolo para comunicarse con seres de otros mundos serían el sistema de codificación de la señal, la longitud del mensaje, el contenido, el sesgo antropocéntrico, el método de transmisión y la periodicidad. El objetivo final, dar con un mensaje lo suficientemente corto y simple como para que pueda entenderlo una audiencia cósmica lo más amplia posible.

«La mayor parte de la comunicación entre los humanos depende de la visión y el sonido porque son características específicas de nuestra biología, pero no debemos asumir que los extraterrestres compartan con nosotros esos sentidos básicos. En el mensaje de Arecibo, por ejemplo, la dependencia de las imágenes exige que los receptores puedan interpretar la información como dibujos. Sin embargo, las formas de vida subterráneas son menos propensas a desarrollar la visión, y ni siquiera toda la vida en la Tierra usa la visión (murciélagos) o el oído (invertebrados) para orientarse», escriben. Nuestros radiotelescopios llevan más de medio siglo buscando vida en otros mundos a través de la radio sin éxito, pero el mensaje de Arecibo fue en 1974 el primer saludo intencionado de la Humanidad a posibles alienígenas. Incluía, entre otras cosas, un gráfico del Sistema Solar; los números del uno al diez; los números atómicos del hidrógeno, el carbono, el nitrógeno, el oxígeno y el fósforo -componentes del ADN-; y la figura de un ser humano y su altura.

Atri, astrofísico de la Universidad de Kansas, y sus colaboradores dicen que, para garantizar su comprensión por otras inteligencias, el contenido de la señal lanzada al espacio debe depender muy poco nuestros sentidos, ya que «una sociedad de alienígenas ciegos será incapaz de recuperar satisfactoriamente la información de un mensaje visual, y lo mismo les pasaría a unos receptores sordos en el caso de uno sonoro». Para empezar, añaden, debe ser capaz de traspasar las fronteras culturales en la Tierra, para lo que proponen que el protocolo establecido se ponga a prueba antes en una web donde internautas de diferentes culturas puedan construir y codificar mensajes e intentar descifrar y entender los emitidos por otros.

«Estudiantes estadounidenses, por ejemplo, podrían construir un conjunto de mensajes según el protocolo METI, que luego intercambiarían con estudiantes chinos. Las diferencias culturales muy probablemente se reflejarían en la composición los de mensajes, por lo que no todos lograrían su objetivo (ser entendidos por el otro). En este caso, los estudiantes estadounidenses podrían descubrir que cosas evidentes para ellos se pierden en la traducción tras descifrar el mensaje colegas de otros países». Extender el experimento a poblaciones de muchas culturas a través de una web interactiva ayudaría a refinar el protocolo para que, cuando se vuelvan a emitir mensajes al espacio, sean más comprensibles para culturas extraterrestres. «Aunque este proceso no eliminará todos los sesgos antropocéntricos, ayudará a identificar algunos sesgos culturales», indican. Y concluyen que hacer en Internet un experimento como el que sugieren nos ayudaría, además, a conocernos mejor.

Nota publicada en Magonia el 9 de febrero de 2011.


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