El balón del Mundial prueba que el modelo de la mecánica clásica es erróneo, según un físico español

'Jabulani', el balón de Adidas para el Mundial de Sudáfrica. Foto: Shawn Smith.
‘Jabulani’, el balón de Adidas para el Mundial de Sudáfrica. Foto: Shawn Smith.

Ya hay una explicación a los sorprendentes efectos del balón oficial del Mundial de Sudáfrica. Resulta que el modelo de la mecánica clásica es erróneo. No lo digo yo. Lo dice el ingeniero y físico español Gabriel Barceló, quien sostiene que el comportamiento del Jabulani es «fácilmente» explicable a partir de un nuevo marco teórico no newtoniano propuesto por él, que ha llamado Teoría de las Interacciones Dinámicas (TID). Este nuevo Galileo asegura, en una nota de prensa emitida ayer, que otro ingeniero español, Arturo Rodríguez, ha confirmado que los extraños que hace el balón de Adidas no pueden explicarse por el efecto Magnus, según el cual -copio de la Wikipedia– «la rotación de un objeto afecta a la trayectoria del mismo a través de un fluido, en particular, el aire».

Rodríguez dice que la atribución del comportamiento del Jabulani a ese efecto físico se ha hecho «sin cuantificación ni suficiente rigor» porque lo que realmente hace a este balón diferente de otros es su estructura interna, algo, indica, que no tiene en cuenta la «Física ortodoxa» al estudiar sus trayectorias, ya que se centra en «los efectos aerodinámicos que se producen entre la superficie del balón y el medio (aire)». «Esta contradicción evidente es una prueba de que el modelo físico-matemático comúnmente aceptado hasta el momento no sería correcto. He estado pensando sobre este tema y he llegado a la conclusión de que este fenómeno es una confirmación de que la Teoría de Interacciones Dinámicas es correcta», sentencia Rodríguez.

Por supuesto, después de más de veinte años de estudios, Barceló no ha publicado ningún artículo sobre la TID en ninguna revista con revisión por pares. Eso sí, ha escrito un libro, Un mundo en rotación, en el que expone sus ideas y que presentó hace dos años en la Escuela de Ingenieros industriales de Madrid. ¿Demuestra la TID que todos los físicos del mundo -menos Barceló y sus colegas- están confundidos, son unos inútiles y, encima, unos cerrados de mente incapaces de admitir lo obvio, que el extraño comportamiento del Jabulani es como de otro planeta? No. Cuando alguien sostiene lo que sostiene Barceló -que los fundamentos de una disciplina son erróneos- y como él lo hace -sin aportar pruebas ni someterse a la revisión por pares, y hablando de una supuesta ciencia oficial-, es que estamos ante un típico ejemplo de pseudocientífico de ésos que tan bien caracterizó Martin Gardner.

Nota publicada en Magonia el 30 de junio de 2010.


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