«Los 96 metros de la torre del reloj acaban de caer al suelo, junto con el famoso reloj, el Big Ben… Informes recientes dicen que la multitud ha capturado al señor Wotherspoon, ministro de Tráfico, cuando trataba de huir disfrazado. Lo han colgado de una farola en Vauxhall», alertaba un locutor de radio a los londinenses el sábado 16 de enero de 1926. Había estallado una revuelta bolchevique en la capital británica y, minutos antes del linchamiento del miembro del Gobierno, BBC Radio, entonces una compañía privada que operaba en régimen de monopolio, había interrumpido la emisión de una conferencia sobre literatura del siglo XVII para informar de los disturbios.
Los boletines de urgencia hablaban de una masa de desempleados que había arrasado la Galería Nacional, volado el hotel Savoy y el Parlamento, y provocado una masacre en el parque de San Jaime. Los oyentes escucharon durante 12 minutos explosiones y los gritos de la multitud, y bombardearon a los periódicos con llamadas telefónicas. Creían que Londres era escenario de una revolución similar a la rusa de 1917, pero todo era una ficción. Autor de novelas de detectives, el sacerdote católico Ronald Knox no sólo había guionizado la revuelta, sino que también había sido quien desde Edimburgo había puesto voz al locutor que informaba de los hechos a la audiencia de BBC Radio.
Una parodia anunciada
El montaje había sido anunciado en la prensa como Broadcasting the barricades (Retransmitiendo las barricadas), a cargo del «reverendo padre Ronald Knox». Además, antes del inicio del programa a las 19.40 horas, la emisora había avisado a los oyentes de que lo que iban a escuchar era una ficción. Y el padre Knox salpicó la narración de detalles que dejaran claro que era una broma, como el nombre de algunos implicados –Wotherspoon suena en inglés como cuchara de agua– y que uno de los cabecillas de los sublevados fuera secretario del Movimiento Nacional para Abolir las Colas en el Teatro. Nada de eso evitó que, en un clima de inestabilidad política que culminaría en una huelga general del 4 al 13 de mayo, mucha gente cayera en el engaño. Sólo el hotel Savoy recibió cerca de 200 llamadas de clientes preguntando si estaba realmente en ruinas.
El 18 de enero, The New York Times informaba de cómo una parodia de un informativo sobre una revuelta en Londres había alarmado a los británicos. La radio comercial tenía solo cuatro años de vida en Reino Unido y, como sucedió con La guerra de los mundos el 30 de octubre de 1938 en Estados Unidos, muchos oyentes habían sintonizado la emisora ya empezado el programa. Un año después, el 30 de junio de 1927, la estación de radio 5CL de Adelaida (Australia) emitió durante 16 minutos lo que parecía el inicio de un ataque aéreo a la ciudad, con la interrupción de una actuación musical y el sonido de bombas y disparos. Había sido anunciado los días anteriores como un programa especial, pero aún así las centralitas de la Policía y los periódicos recibieron numerosas llamadas de ciudadanos aterrorizados.
«Saqué la idea de un programa de la BBC que se había emitido el año anterior (sic), cuando un sacerdote católico contó cómo unos comunistas se habían apoderado de Londres y mucha gente lo creyó. Y pensé que sería divertido hacerlo a gran escala. Hagámoslo desde el espacio exterior: así es como se me ocurrió la idea», contaba décadas después Orson Welles a Peter Bogdanovich respecto a su dramatización de La guerra de los mundos para la CBS. El montaje, magníficamente guionizado por Howard Koch, que luego ganó un Oscar por Casablanca, tuvo bastante más eco que el del padre Knox porque la radio era en 1938 ya un medio pujante y la prensa estadounidense exageró el pánico para intentar minar la credibilidad de un competidor.
Reportaje publicado en Magonia el 30 de octubre de 2020.