
“La culpa es de las redes sociales”. No me dirán que la sentencia no les suena familiar. De un tiempo a esta parte, el periodismo anda inquieto por la facilidad con que se expanden los bulos y las mentiras a través de las redes sociales. Muchas veces son los mismos que nos han alertado de la existencia de un juego -el de la ballena azul– que lleva a los adolescentes a suicidarse, del peligro de las borracheras femeninas por meterse en la vagina tampones empapados en vodka -el llamado tampodka-, del riesgo de que los teléfonos móviles provoquen cáncer y de las bondades de la homeopatía, por citar cuatro falsedades con gran predicamento mediático.
Comienzo del artículo publicado en «¡Paparruchas!», en la web del Comité para la Investigación Escéptica (CSI), el 7 de junio de 2017.
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