
Para él, «esa actitud de prevención ante las afirmaciones de cualquiera es lo que hace que el ejercicio de la ciudadanía sea pleno. La ciudadanía no se ejerce libremente si no eres responsable y no eres responsable si no pides pruebas de cualquier afirmación». Pérez está convencido de que nos iría mejor con una política basada en pruebas y la ve «posible. Yo soy un seguidor, por ejemplo, del colectivo Politikon, donde hay una persona, Kiko Llaneras, que ofrece datos permanentemente. Dar datos, pruebas, de la aplicación de las políticas públicas es la única manera de evaluarlas».
La aproximación científica a la realidad serviría para evitar políticas basadas en afirmaciones que no se sostienen en nada más que «en la inteligencia y la buena fe de las personas, a las que afectan todo tipo de fuentes de error. Hay políticas públicas que no funcionan y se siguen llevando a la práctica, como los planes de empleo rural. Después de décadas, las regiones en las que se han puesto en práctica no han mejorado respecto al resto. Lo sabemos. Tenemos pruebas. Pero los criterios para la toma de decisiones no son científicos».
Sin llegar al absurdo. En seguida de los asesinatos de Montejurra, cuando fueron a poner la denuncia, la policía no la admitió porque los que la presentaban desconocían el número del carnet de identidad del asesino. Cientos de personas son testigos y si no tienen cámaras ¿cómo lo prueban? Por cierto, la frase paradigmática «Ni hay pruebas ni las habrá».
¿Esto que dice de las pruebas en el mundo de la política no es muy complicado llevarlo en práctica? Lo digo porque las pruebas, por desgrácia, muchas veces són facilmente manipulables o «interpretables» (es fácil de ver solo con las listas del paro). Además de que és un mundo donde el lado irracional de la gente (emociones, creencias, prejuicios) tiene mucha importáncia, cosa que hace difícil reducir la política a una lista de pruebas objetivas.
Para un comunista, el trabajo de una persona es un valor en sí mismo y forma parte de su dignidad como persona. Para un capitalista, el trabajo de una persona se valora en función de su productividad: del nivel de riqueza que genera ese trabajo.
¿Cómo “probamos” que una postura es mejor que otra? Cuándo decimos “mejor”, ¿mejor respecto a qué? Como se parte de premisas ideológicas y filosóficas tan distintas, estas no son comprables ni acudiendo a los hechos objetivos.
No creo que los criterios de verificación que existen en la ciencia se puedan aplicar a la política, excepto en casos muy concretos.
«Cuándo decimos “mejor”, ¿mejor respecto a qué?»
En política, la mejor opción es aquella que respeta más los ‘valores éticos comunes’ en los que se basa el Estado liberal: la libertad y la seguridad de los individuos. Sea cual sea nuestra ideología particular, todos los demócratas deberíamos considerar prioritario defender esos valores comunes.
En mi opinión, UPyD, el partido de Savater, Pagazaurtundúa y Maneiro, es el que ha demostrado hasta ahora un compromiso más serio con esos valores comunes.
Los partidos manchados por la corrupción, como el PP y el PSOE, quedan descartados. Y Podemos es peor aún, dadas las conexiones de sus líderes con la teocracia iraní o con los autócratas venezolanos.
¿El pensamiento crítico y el método científico no pueden y deben ser aplicados a la ética y la política, a los datos y razonamientos sobre los que tratan?¿Las ideologías y creencias no pueden ser evaluadas racionalmente? Pienso que sí.