Un centro de dietética y nutrición de Bilbao ofrece tratamientos de medicina ortomolecular y biorresonancia contra el cáncer, la esclerosis múltiple, la artitris reumatoide, la candidiasis, la depresión y otras enfermedades, a cargo una terapeuta que carece de titulación médica. Las imágenes que acompañan a estas líneas corresponden a la publicidad que Naturalia ha buzoneado esta semana en la capital vizcaína, en la que asegura que esas terapias alternativas combaten «efectivamente» las dolencias citadas y otras.
Las dos prácticas publicitadas son pseudoterapias que pueden tener graves consecuencias para quienes las sigan. Según la medicina ortomolecular, toda enfermedad puede superarse proporcionando a nuestro organismo vitaminas, minerales y otras sustancias en altas dosis, algo sobre cuyos riesgos ya alertaron en 2012 los dietistas y nutricionistas españoles. Un joven valenciano de 21 años, Mario Rodríguez, murió en julio de 2013 tras abandonar el tratamiento médico contra la leucemia en favor de la medicina ortomolecular, y su padre lucha ahora en los tribunales porque se haga justicia. La biorresonancia considera, por su parte, que la causa de las enfermedades son desequilibrios energéticos cuya corrección conlleva la recuperación de la salud, algo similar a lo que proponen otras pseudoterapias como el reiki y la quiropráctica.
Alertado por un lector, he llamado a Naturalia para interesarme por los tratamientos que anuncian y su efectividad contra el cáncer. No me he identificado como periodista. Tampoco he dicho en ningún momento que sufra cáncer (no lo padezco y sería mentir). Sólo he preguntado como lo haría un curioso y siempre intentando no parecerlo en exceso para no levantar sospechas. La información que me han facilitado el centrro de dietética y la propia terapeuta debería llevar al Colegio de Médicos de Vizcaya y a las autoridades sanitarias a actuar de inmediato porque estamos ante un posible -para mí, evidente- delito de intrusismo profesional, castigado en el artículo 403 del Código Penal con penas de entre seis meses y dos años, además de que se está timando a gente con tratamientos mágicos y es posible que en algunos casos se esté poniendo en peligro su vida.
«He estudiado medicina cuántica»
Rakel Andrade carece de titulación y no lo ocultan ni ella ni el centro donde pasa consulta y me dijeron desde el principio que «no es médico». «He estudiado medicina cuántica y medicina ortomolecular a través de una universidad americana», me indicó la terapeuta cuando le pregunté por su formación. Ninguna de esas dos disciplinas tiene nada que ver con la ciencia. Aún así, «trata todo tipo de patologías, incluido el cáncer», me explicaron en Naturalia. Ella me aseguró que un tercio de sus pacientes son enfermos de cáncer y que las terapias que aplica les «van muy bien». Hizo hincapié en que sus tratamientos son compatibles con los de la medicina tradicional -así llama a la científica- y añadió que hay pacientes que los siguen en paralelo -«la mayoría»-, mientras que otros abandonan los tratamientos convencionales. Me dijo que su terapia «es muy eficaz contra el cáncer. Tengo resultados fantásticos». Y me aseguró que con sus terapias «normalmente se detiene todo [el crecimiento del tumor] y a veces hasta desaparece».
Andrade utiliza un aparato denominado Quantum Scio, que básicamente es la máquina que hace ping de los Monty Python, aunque sus comercializadores lo venden como «un sofisticado sistema de biofeedback y biorresonancia que efectúa un testaje terapéutico computerizado. Desarrollado por la medicina espacial para ayudar a los profesionales en la búsqueda y en la solución de los desequilibrios en la persona restaurando la vitalidad del organismo estimulando su propio poder regenerativo. Ha sido diseñado para ser utilizado fácilmente y obtener los máximos resultados de recuperación. Estimula el poder regenerativo del propio organismo, evocando su potencial mediante un circuito cibernético entre el subconsciente del paciente y el sistema».
La primera consulta con Andrade, que normalmente atiende a sus pacientes en Galdakao, cuesta 70 euros y cada una de las sucesivas 60, a los que hay que sumar, en el caso del cáncer, la posible aplicación de un tratamiento para la reducción de tumores -a 45 euros la sesión- y, en todos, el coste de los «productos naturales» que recomiende como complementos o para modificar la dieta. «En la consulta no sólo se utiliza la Quantum Scio, sino que será necesario, en la mayoría de los casos, algunos cambios alimenticios y suplementar adecuadamente valiéndose de complementos como oligoelementos, vitaminas, minerales, aminoácidos, plantas. etc.», dice la publicidad buzoneada. «Tenemos aquí muchos de esos productos y los que no tenemos los pedimos», me indicaron en el Naturalia.
Impunidad
El artículo 403 del Código Penal español vigente dice:
1. El que ejerciere actos propios de una profesión sin poseer el correspondiente título académico expedido o reconocido en España de acuerdo con la legislación vigente, incurrirá en la pena de multa de doce a veinticuatro meses. Si la actividad profesional desarrollada exigiere un título oficial que acredite la capacitación necesaria y habilite legalmente para su ejercicio, y no se estuviere en posesión de dicho título, se impondrá la pena de multa de seis a doce meses.
2. Se impondrá una pena de prisión de seis meses a dos años si concurriese alguna de las siguientes circunstancias:
a) Si el culpable, además, se atribuyese públicamente la cualidad de profesional amparada por el título referido.
b) Si el culpable ejerciere los actos a los que se refiere el apartado anterior en un local o establecimiento abierto al público en el que se anunciare la prestación de servicios propios de aquella profesión.
Quien se anuncia como terapeuta y carece de un título oficial reconocido es un intruso y es obligación de la Administración protegernos a los ciudadanos de él. La terapeuta quer trata en Bilbao el cáncer con medicina ortomolecular y biorresonancia realiza actos propios de un médico sin tener el título correspondiente y lo hace en un establecimiento abierto al público que anuncia la prestación de esos servicios. No es un caso de intrusismo aislado. Nuestras ciudades y pueblos están llenos de individuos que aprovechan el pasotismo instititucional para sacar dinero a enfermos de todo tipo prometiéndoles milagros. ¿Para que está la legislación contra el intrusismo profesional si no se aplica? ¿Cuándo se va a hacer desde las instituciones y las organizaciones profesionales algo contra los abusos de los mal llamados terapeutas alternativos?
Les animo a informar de este caso a la Organización Médica Colegial, el Colegio de Médicos de Vizcaya y lel Departamento de Salud del Gobierno vasco, a denunciarlo ante la Policía autónoma vasca y el juzgado de guardia correspondiente, y a hacer lo propio a partir de ahora ante las instancias correspondientes con todo caso parecido.
Nota publicada en Magonia el 9 de junio de 2016.