Se acerca el sorteo de la Lotería de Navidad y, como todos los años, sale a la luz el anumerismo. Su imagen más palmaria, las largas colas ante administraciones como la de Doña Manolita, en Madrid, y las de Azcarreta y Ormaechea, en Bilbao. Hay mucha gente que cree que tiene más probabilidades de que le toque el Gordo si adquiere un décimo en uno de esos despachos, y esa falsa idea se alimenta a veces desde los medios de comunicación. Hoy, por ejemplo, la engorda El Mundo.
«Dónde comprar Lotería de Navidad… y que toque», titula el diario madrileño un reportaje en el que se dice que, aunque «hay 14.000 puntos de venta de lotería» en España, «la fama y las mayores ventas las acumulan sólo unos pocos. ¿Por qué? ¿Qué tienen de especial? Pues ser las que año tras año dan más premios». Y, seguidamente, guiada por esa premisa, la autora da una lista con un puñado de despachos «en los que se puede tentar a la suerte». El problema es que su punto de partida es erróneo: esas administraciones no venden más por dar más premios, sino que dan más premios porque venden más.
En el bombo de la Lotería de Navidad entran 100.000 bolas, con números del 00000 al 99999. Si compro un décimo de un número, tengo una probabilidad entre 100.000 de que me toque el Gordo; si compro décimos de dos números, dos probabilidades; si compro décimos de tres números, tres; y así sucesivamente. Cuantos más números diferentes juegue, más probabilidades habrá de que me lleve el gran premio. Por esa misma razón, las administraciones de lotería que venden muchísimos números tienen más probabilidades de repartirlo que las que venden menos. No es que sean más afortunadas porque sí, es que juegan más números y, por eso, les toca más.
Sin embargo, si yo compro un décimo de un número en una de esas administraciones afortunadas, no tengo más probabilidades de que me toque que si lo adquiero en una que vende muy pocos números. La probabilidad es exactamente la misma: una entre 100.000. Así que dejen de perder el tiempo haciendo cola para conseguir un décimo de ese despacho en el que tanto toca porque no por eso ustedes van a tener más suerte. Eso sí, gracias al anumerismo generalizado, hay loteros que cada vez venden más números porque ponen el gancho de que han repartido no sé cuántos premios, la gente pica y así tienen cada año más probabilidades de repartir el Gordo.
Nota publicada en Magonia el 11 de diciembre de 2014.