El ‘Cosmos’ de Neil deGrasse Tyson: una gran aventura para una nueva generación

Neil deGrasse Tyson observa la Vía Láctea, en una escena del nuevo 'Cosmos'.
Neil deGrasse Tyson observa la Vía Láctea, en una escena del nuevo ‘Cosmos’.

«El Cosmos es todo lo que es, o lo que ha sido o lo que será». Así empezaba el Cosmos de Carl Sagan; así lo hace el de Neil deGrasse Tyson. Arranca con el diente de león -la nave de la imaginación de Sagan- soltado al viento por el fallecido astrofísico al tiempo que nos invita -«¡Acompáñenme!»- a viajar con él por un universo repleto de maravillas y enigmas. Estamos en lo alto del mismo acantilado donde muchos vimos por primera vez al divulgador por excelencia, encorbatado -luego optaría casi siempre por un jersey de cuello vuelto- y con un anorak anaranjado. Eso pasó hace mucho, mucho tiempo. «Hace una generación, el astrónomo Carl Sagan estuvo aquí y lanzó a cientos de millones de nosotros a una gran aventura: la exploración del Universo revelado por la ciencia. ¡Es hora de hacerlo otra vez!», dice Tyson, nuestro nuevo guía.

En medio de la Vía Láctea, el primer episodio del Cosmos del siglo XXI, adelanta lo que nos espera en los doce siguientes y es, de principio a fin, un homenaje al original, sin renunciar a su propia personalidad. Así, hacemos el mismo viaje para situar la Tierra en la inmensidad del espacio, pero desde nuestro planeta hacia los límites del Universo conocido -¿uno de muchos?- y no al revés, como con Sagan. Las escenas espaciales tienen la firma de Brannon Braga, veterano de la franquicia Star trek y director principal de la serie, que aprovecha al máximo las posibilidades de la nueva nave de la imaginación, con guiño histórico incluido en el sobrevuelo de Marte. Y la música de Alan Silvestri -autor de las bandas sonoras de la trilogía de Regreso al futuro (1985, 1989, 1990), Forrest Gump (1994), Contact (1997) y Los Vengadores (2012), entre otras muchas producciones hollywoodienses- lo envuelve todo sin que echemos de menos a Vangelis.

Al viaje en el espacio, le sigue el viaje en el tiempo, como no podía ser de otro modo en esta «odisea espaciotemporal». Asistimos a cómo el hombre dejó de ser el centro de Universo gracias a una recreación en dibujos animados de momentos clave de la vida de Giordano Bruno, que sustituye al Johannes Kepler de la serie original. Hasta ese momento, Tyson ya ha aliñado la narración con muchas más cosas de las que parece -incluida la explicación del método científico- y, cuando nos lleva desde el Big Bang hasta el presente en el calendario cósmico, hace un par de guiños humorísticos antes del comienzo de todo y en el momento de la extinción de los dinosaurios, a los que no se ve ni falta que hace. Las nuevas generaciones han crecido rodeadas de dinosaurios de carne y hueso; verlos en la pantalla les impacta lo mismo que a nosotros le presencia de un perro o un gato.

Y acabamos donde empezamos, en el acantilado desde el que partiremos en nuestro viaje y donde Tyson vuelve a homenajear a Sagan. «¡Acompáñenme! Nuestro viaje acaba de empezar», nos anima antes de los créditos. El círculo se ha cerrado.
Seth MacFarlane -creador de Padre de familia y Padre made in USA-,Ann Druyan -viuda de Sagan y coguionista del original y de esta producción, junto a Steven Soter-, Neil deGrasse Tyson -astrofísico y director del Planetario Hayden de Nueva York- y su equipo han resucitado el espíritu de Cosmos. Visualmente hipnótico, con un guión que alimenta el sentido de la maravilla, unos efectos especiales magníficos y a la vez comedidos, una seductora banda sonora, una acertada dirección y un conductor imponente, no falta ni sobra nada en el primer episodio del nuevo Cosmos, que Fox estrenará simultáneamente en todos sus canales el 10 de marzo en 180 países y 48 idiomas. En España, podrá verse en versión original o doblada en National Geographic Channel, Fox, Fox Crime, Nat Geo Wild y Viajar.

Olvídense de las comparaciones con la obra del divulgador científico más carismático. Vuelvan mentalmente al momento en que se sentaron ante el televisor para ver Cosmos y los ojos se les quedaron como platos. ¿Han retrocedido ya hasta hace veinte o treinta años? Pues, entonces, prepárense para gozar. Porque estamos ante una invitación irrechazable a participar en la gran aventura de una nueva generación, la de los apasionados por el conocimiento de la primera mitad del siglo XXI. Es posible que nuestro Cosmos nunca sea el de ellos; pero el suyo reúne méritos más que suficientes para ser también nuestro.

Reseña publicada en Magonia el 3 de marzo de 2014.


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