
El 8 de enero, Opportunity, que lleva diez años en Marte, fotografió al borde del cráter Endeavour una piedra, con forma de donut relleno, que no estaba allí el 26 de diciembre. Pocos días después, Squyres anunciaba que la NASA esperaba solucionar el enigma en unos días. Por de pronto, habían descubierto que la roca no se parecía a nada que hubieran visto antes. Según los primeros análisis, “es muy rica en azufre y en magnesio, y tiene el doble de manganeso que cualquier otra piedra que hayamos analizado en Marte. No sabemos lo que todo esto significa. Estamos completamente confundidos, y todo el mundo en el equipo está discutiendo y peleando sobre ello. ¡Estamos pasándolo de maravilla!”. El toque friki lo puso a finales de enero, Rawn Joseph, un neuropsicólogo partidario de la panspermia que demandó a la NASA en un tribunal californiano porque, en su opinión, la piedra era un ser vivo.
“Cuando Isla Pináculo fue sorprendentemente descubierta el intervalo de tiempo en el que apareció se calculó en algún momento entre los soles 3.528 y 3.540, un periodo de doce soles o días marcianos. Seguí analizando las imágenes de la región y descubrí que el intervalo de tiempo para la aparición de esta interesante roca era en realidad de sólo 4 soles, entre los soles 3.536 y 3.540. Esto fue importante porque nos permitió reducir la región de búsqueda del origen de la piedra y los movimientos del todoterreno podían haber sido responsables del hecho”, detalló ayer Rice.

La ya no misteriosa piedra, de unos 4 centímetros de diámetro -al principio, se dijo que tenía el tamaño de un puño-, se habría formado, según los científicos, en un entorno acuoso. “Puede haber sido justo bajo de la superficie hace relativamente poco tiempo. O a mayor profundidad hace más tiempo y, por casualidad, que la erosión haya arrastrado el material que la cubría y que la haya hecho accesible a nuestras ruedas”, indica Arvidson.