El herrero John Fox, su esposa Margaret y sus dos hijas pequeñas, Kate y Maggie, de 11 y 14 años, se mudaron a Hydesville, un pueblo próximo a Rochester (Nueva York, Estados Unidos), a mediados de diciembre 1847. Tres meses después, se empezaron a escuchar extraños golpes en la habitación donde dormían todos, la pareja buscó su origen por la casa y no encontró nada.
«El 30 de marzo nos molestaron toda la noche. Los ruidos se oían en toda la casa. Mi marido salió del cuarto y se puso al otro lado de la puertas mientras que yo me quedaba dentro, y los golpes se produjeron en la puerta que había entre nosotros. Oímos pasos en la despensa y bajando las escaleras. No podíamos descansar y llegué a la conclusión de que la casa estaba encantada por algún espíritu infeliz e inquieto. Había oído hablar muchas veces de esas cosas, pero nunca había visto nada parecido», escribió días después la mujer en una declaración.
Al día siguiente, 31 de marzo, decidieron acostarse pronto con la intención de ignorar los ruidos y descansar. John Fox no estaba todavía en el cuarto cuando comenzaron los golpes. Las pequeñas, según su madre, «trataban de hacer ruidos similares con los dedos». «Mi hija menor, Kate, dijo mientras daba palmadas: «Señor Splitfoot [nombre coloquial dado al Diablo], haz lo que haga». El sonido inmediatamente le respondió con el mismo número de golpes. Cuando se detuvo, el sonido cesó por un corto espacio de tiempo y, entonces, Margaretta dijo dando palmadas: «Ahora, como hago yo. Cuenta uno, dos, tres, cuatro». Y los golpes volvieron a sonar como antes. [A Maggie] Le daba miedo repetirlo. Kate dijo entonces en su simplicidad infantil: «¡Oh, mamá! Sé lo que pasa. Mañana es el April Fools Day (el Día de los Inocentes anglosajón, que se celebra el 1 de abril) y alguien intenta tomarnos el pelo»».
Los espíritus, a prueba
Margaret Fox no creyó a su hija de 11 años y se le ocurrió un modo de «poner una prueba» el origen de los golpes. “Le pregunté al ruido las edades de mis hijos, sucesivamente. Al instante, me dio cada una de las edades de mis hijos correctamente, haciendo una pausa entre cada uno de ellos el tiempo suficiente para individualizar hasta el séptimo, cuando hizo una pausa más larga y luego dio tres más golpes contundentes correspondientes a la edad del pequeño que murió, mi hijo menor». Y Margaret preguntó: «¿Es un ser humano el que responde a mis preguntas tan correctamente?» Al no recibir ninguna respuesta, lanzó la siguiente pregunta: «¿Eres un espíritu? Si lo eres, da dos golpes”. Y se escucharon dos golpes.
Así nació el espiritismo. Poco después, los Fox idearon un sencillo sistema de comunicación: tres golpes significaban sí; uno, no. Y, más tarde, uno de los hijos mayores, David, ideó un método que permitía a los espíritus construir frases: recitaba el alfabeto y pedía que se señalara con un golpe la letra apropiada. Fue así como desde el Más Allá indicaron a las pequeñas Kate y Maggie que debían dedicarse a la mediumnidad. Lo hicieron, ganaron muchísimo dinero y crearon escuela. Todos los médiums, desde el más humilde hasta John Edward y Anne Germain, se aprovechan del dolor ajeno y del miedo a la muerte para timar a incautos, tal como hacían las hermanas Fox, la fundadoras del espiritismo, ya en el siglo XIX.
Desde el principio hubo quien sospechó que todo era un engaño y, al final, así lo reconoció Maggie en la Academia de Música de Nueva York el 21 de octubre de 1888. «Estoy aquí esta noche, como una de las fundadoras del espiritismo, para denunciarlo como un fraude de principio a fin, como la más enfermiza de las supersticiones y la blasfemia más malvada que ha conocido el mundo», dijo en un repleto auditorio antes de hacer una demostración pública de sus trucos, el primero de los cuales era hacer crujir los huesos de los dedos de los pies. “Queríamos aterrorizar a nuestra querida madre, que era una mujer muy buena y muy impresionable”, añadió. Kate lo había advertido. «¡Oh, mamá! Sé lo que pasa. Mañana es el April Fools Day y alguien intenta tomarnos el pelo», había dicho a su madre la noche que nació el espiritismo. La mujer no le creyó y una broma infantil dio lugar a uno de los grandes negocios del engaño, el de la comunicación con los muertos.
Reportaje publicado en Magonia el 1 de abril de 2013.