El Instituto Homeopático y Hospital San José de Madrid ofrece consultas de «homeopatía especializadas para ayuda a personas con cáncer», como pueden comprobar en el anuncio que me ha enviado el programador informático Juan Botías. Él lo considera, con razón, «una auténtica vergüenza» porque la homeopatía es pura charlatanería, aunque la practiquen médicos titulados. Esta pseudomedicina se basa en tres principios: que una sustancia que provoca los mismos síntomas que una enfermedad puede curarlos; que, cuanto más pequeña es la dosis de una sustancia, mayores son sus efectos; y que el agua tiene memoria. Ese trío de falsedades se traduce en unos remedios tan diluidos que no queda en ellos ni una molécula de principio activo y una muy rentable industria de venta de agua y pastillas de azúcar como si fueran sustancias curativas.
Los productos homeopáticos no son nada, pero se venden en farmacias a pesar de que ninguno de ellos tiene la autorización correspondiente de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) y gracias a que las autoridades sanitarias hacen la vista gorda. Ichiro Kanazawa, presidente del Consejo Científico de Japón (SCJ), el Comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Comunes y la asamblea de la Asociación Médica Británica (BMA) han denunciado en el último año el carácter anticientífico de la homeopatía. «La homeopatía es brujería», dijo en mayo Tom Dolphin, vicepresidente del comité de médicos jóvenes de la prestigiosa BMA. Y la prestigiosa revista The Lancet sentenciaba en agosto de 2005: «Los médicos tienen que ser valientes y honestos con sus pacientes acerca de la ausencia de beneficios de la homeopatía».
Mientras tanto, aquí, el Gobierno de la comunidad de Madrid subvencionaba con 2,4 millones de euros la restauración del Instituto Homeopático y Hospital San José de Madrid. Y, según recoge el periodista científico Jorge Alcalde, calificaba esta disciplina de «método terapéutico que restablece la salud mediante la administración de medicamentos seleccionados individualmente según la ley de los semejantes» que está «indicado para cualquier enfermedad y en cualquier época de la vida». Todo mentira. La homeopatía no funciona más allá del placebo, y sus remedios, se vendan como se vendan, son completamente inútiles. Por eso, ofrecer consultas homeopáticas para pacientes oncológicos es abusar de la buena fe de esos enfermos y de sus familiares, y suscitar en ellos falsas esperanzas. Por si eso fuera poco, a pesar de la inocuidad de los productos homeopáticos, ésta pseudomedicina puede indirectamente ser peligrosa para la salud de los enfermos, ya que hay quienes abandonan tratamientos médicos convencionales en favor de ella, con consecuencias que pueden ser mortales.
El anuncio que me ha enviado Juan Botías es publicidad engañosa porque la homeopatía no sirve para el tratamiento del cáncer ni de nada. ¿Las autoridades sanitarias y de consumo regionales y nacionales van a seguir de brazos cruzados dejando que alguien se aproveche de la, lógica y muy humana, búsqueda de curación para una enfermedad como el cáncer? ¿Dónde están las organizaciones de consumidores y los colegios de médicos a la hora de denunciar abusos como éste y proteger a los enfermos oncológicos?
Nota publicada en Magonia el 18 de febrero de 2011.