
El experimento tuvo lugar en la sede del Centro para la Investigación (CfI) de Los Ángeles, donde Dawes y otros quince voluntarios se sometieron a una serie de pruebas de equilibrio, fuerza, agilidad y resistencia, bajo la dirección de Jim Underdown, director de esa delegación del CfI. Usaron cuatro pulseras, una Power balance y tres simulacros. Ni los participantes ni quienes tomaron las medidas supieron hasta después del experimento quién llevaba una auténtica Power Balance y quién no. Al final, los resultados no revelaron ninguna diferencia entre quienes hicieron las pruebas con la famosa pulsera o con el simulacro sin holograma, una confirmación más del timo de la Power Balance, pulseras de las cuales, en los últimos dieciocho meses, se han vendido más de 2,5 millones de unidades en el mundo a 30 dólares cada una y cuyo éxito se basa en el analfabetismo científico del ciudadano medio.
El CfI de Los Ángeles ha colgado ya un vídeo y los resultados provisonales de la prueba en su web y pronto ofrecerá más información de esta nueva demostración del fraude de las pulseras holográficas que ha usado hasta hace poco Leire Pajín, la ministra de Sanidad, y se han visto en las muñecas de Patxi López y Esperanza Aguirre, entre otros líderes políticos.