Un rayo ha destruido una gigantesca estatua de Jesús en el sur de Ohio. «¿Acto de Dios?», deja caer irónicamente The Daily Mail. La figura medía 19 metros de alto, se llamaba oficialmente El rey de reyes y estaba al borde de la piscina bautismal de la Iglesia de la Roca Sólida, un templo evangelista ubicado cerca de Monroe, al norte de Cincinnati. Pesaba 7.257 kilos, tenía esqueleto de acero, recubierto de madera y estirofoam, y el exterior de fibra de vidrio y resina. Representaba a Jesús con los brazos levantados hacia el cielo y era, hasta que el fuego la consumió en la noche del lunes al martes, la estatua de ese personaje más grande de Estados Unidos. Ahora, sólo queda el esqueleto de metal.
La figura, que costó 250.000 dólares en 2004, era conocida popularmente como Touchdown Jesus, en alusión al gesto que hacen los árbitros de fútbol americano al señalar un tanto. Era hortera a rabiar; muy del estilo de Las Vegas. No en vano, la hizo James Lynch, autor de varias esculturas en la capital del juego y en Disneyworld. Habrá que ver cómo interpretan la destrucción de El rey de reyes los feligreses del credo fundamentalista, cuyas pérdidas a causa del impacto del rayo y el posterior incendio se calculan en 700.000 dólares.
«Es algo que se supone que no podía suceder: Jesús ardiendo», ha dicho consternado Levi Walsh, de 19 años y creyente. «Es lo último que esperaba que ocurriera», ha reconocido su hermano Seth. «Dios ha golpeado a Dios; me gusta la ironía. Jesús ha golpeado a Jesús», ha declarado por su parte a la prensa local Dawn Smith, de 25 años. «Parece que Dios ha sacrificado a su único hijo. Otra vez», bromean Monica Hess y Dan Zak en The Washington Post, y recuerdan que no sólo Jesús, sino también los ángeles y los santos suelen ser blanco de fenómenos naturales destructores sin que Dios haga nada por protegerlos. ¿No será que no existe?
Nota publicada en Magonia el 16 de junio 2010.