El discurso navideño del Rey del año pasado resulta sobrecogedor. No me refiero al que tiene TVE colgado de su web, sino a la versión auténtica usada por el monarca para ponerse en contacto con sus congéneres. En ella, Juan Carlos I reconoce que le preocupa la extensión de la creencia en visitantes extraterrestres y dice a sus interlocutores que tienen que «asegurar el final del mundo en 2010». No es una locura. Es lógico que a un alienígena le inquiete que seamos conscientes de que están aquí y de que nos gobiernan. Arizona Wilder, víctima del proyecto MK Ultra, y Cisco Wheeler, ex programadora de los Illuminati, son algunos de los que intentan desde hace tiempo que despertemos de este ensueño antes de que sea demasiado tarde y nos libremos del yugo de los reptilianos, los alienígenas que nos controlan desde las más altas instancias.
En nuestro país, hay que resaltar el compromiso con la libertad de Rafael Palacios, quien recordaba hace seis meses cómo «siempre se ha dicho que los reyes tienen la sangre azul y el azul es el color con el que se identifica el color frío en los grifos y los reptiles tienen la sangre fría…». Si aún así le hacen falta más pruebas, escuche al físico aragonés Conrado Salas Cano, experto en la fusión fría y hombre de mente abierta que cree en el Anticristo, la conspiración del 11-S y la exopolítica. Y, si todavía duda, recuerde cómo Juan José Ibarretxe ya advirtió en febrero de un «intento muy serio» de invasión cuya prueba más evidente, hoy en día, es que uno de cada cuatro vascos sentado ante el televisor en Nochebuena vio el mensaje navideño del Rey en ETB. ¿Cabe una prueba más patente del alcance de la infiltración reptiliana?
Nota publicada en Magonia el 28 de diciembre de 2009.