Para cuando Will Smith se puso en Men in black (1997) a vigilar a los extraterrestres que viven entre nosotros, los auténticos hombres de negro llevaban más de cuarenta años haciendo la vida imposible a ufólogos y testigos de apariciones de platillos volantes, silenciando a quienes tuvieran pruebas de la presencia alienígena en la Tierra y apropiándose de todas las evidencias. El MIB -siglas de su denominación en inglés- por antonomasia sería alguien como El Fumador, que en la serie Expediente X personifica la conspiración para ocultar a la Humanidad que seres de otros mundos quieren conquistar la Tierra.
La actividad de estos individuos fue un secreto hasta 1956, cuando el escritor estadounidense Gray Barker publicó They knew too much about flying saucers (Ellos sabían demasiado de los platillos volantes). Barker contaba cómo, tres años antes, el ufólogo Albert K. Bender había suspendido la publicación de la revista sobre ovnis que dirigía, Space Review, tras recibir la visita de tres hombres vestidos de negro después de haber anunciado que iba a hacer importantes revelaciones sobre la naturaleza de los platillos volantes.
Bender aseguró al despedirse de sus lectores que el origen de los ovnis ya no era para él un misterio, pero que la información había sido «retenida por órdenes procedentes de instancias superiores». Y aconsejó cautela a sus colegas. Aunque la comunidad ufológica achacó la muerte de Space Review a problemas económicos y las instancias superiores a la inventiva de su director, éste mantuvo que había sido amenazado de muerte por los hombres de negro si revelaba el secreto de los platillos volantes. Y el libro de Barker hizo que, desde finales de los años 50, todo investigador de ovnis que se preciara de tal dijera alguna vez haber recibido una visita de los MIB, que trabajan siempre en trío, ocultan sus ojos tras gafas de sol y viajan en grandes coches negros.
El origen de los MIB
A estos personajes se les ha culpado de las muertes de muchos ufólogos famosos, aunque hay autores que amplían su campo de acción considerablemente. Así, en su libro Hombres de negro (1980), el austriaco Peter Krassa atribuye a estos «oscuros fantasmas» las muertes de Mozart, Kennedy, Lincoln y Juan Pablo I, entre otros. No en vano, el actor y ufólogo uruguayo Fabio Zerpa cree que están detrás de «una guerra secreta, fría, que procede de la noche de los tiempos», lo que encajaría con la idea de Krassa de que -¡agárrense!- Melchor, Gaspar y Baltasar eran MIB.
Considerados al principio agentes de alguna organización secreta estadounidense, Bender propuso en 1962 que son extraterrestres. El libro en el que lo hizo, Flying saucers and the three men (Los platillos volantes y los tres hombres), lo publicó en colaboración con Barker, quien nunca creyó en los ovnis nada más que para ganar dinero y a quien se cree el padre de los MIB y de otros muchos montajes. Así, en 1957, participó en la falsificación de una carta a George Adamski, un individuo que decía estar en contacto con extraterrestres, en la cual el Departamento de Estado confirmaba la veracidad de todos los disparates del iluminado.
Reportaje publicado en el diario El Correo y en Magonia el 17 de agosto de 2009.