Los astronautas del proyecto Apollo vieron en el espacio destellos, incluso con los ojos cerrados. Buzz Aldrin recuerda cómo, encerrado en el módulo de mando, con las ventanas cerradas y la luz apagada, percibió algunos flashes y Neil Armstrong, cerca de un centenar durante su primera noche a bordo del Apollo 11. Ese misterio, uno de los reales de las misiones que llevaron al hombre a la Luna, fue resuelto hace años. Los causantes de las visiones eran los rayos cósmicos, partículas subatómicas de muy alta energía originadas fuera del Sistema Solar que bombardean constantemente nuestro planeta y pueden causar fallos en aparatos electrónicos.
«No es necesario llamar a los agentes Mulder y Scully, de Expediente X: lo que los astronautas están experimentando es la radiación espacial que penetra rápidamente en sus ojos como si fueran balas subatómicas. Cuando una bala choca contra la retina, dispara una falsa señal, que el cerebro interpreta como si fuera un destello de luz», explicaba hace cinco años la NASA. La agencia espacial estadounidense indicaba que esa exposición a la radiación cósmica parece favorecer el desarrollo de cataratas, según un estudio realizado en 2001.
Esta semana, un equipo internacional de astrónomos ha anuncido en la revista Science que los rayos cósmicos son acelerados por las explosiones estelares y, como la nota de prensa incluía una referencia a los destellos visto por los astronautas de las misiones Apollo -también los han percibido los de vuelos posteriores-, algunos medios han interpretado erróneamente que por fin se ha resuelto ese misterio. Lo que ahora han confirmado los astrónomos es que las explosiones estelares aceleran esas partículas cargadas energéticamente, algo que no tiene nada que ver con que se haya aclarado el misterio de lo que vieron los astronautas. ¡No!, ese enigma se resolvió hace mucho, mucho tiempo.
Nota publicada en Magonia el 27 de junio de 2009.