Los surcos paralelos excavados en la roca en varias zonas de las islas de Malta y Gozo pudieron haber sido hechos por carros de dos ruedas, concluye un trabajo de Derek Mottershead, Alastair Pearson y Martin Schaefer, de la Universidad de Portsmouth, cuyos resultados se publican en el número de este mes de la revista Antiquity. De época incierta, las popularmente conocidas como rodadas de carro han sido objeto no sólo de estudios científicos, sino también de especulaciones disparatadas por parte de autores como Erich von Däniken, entre otros. El hostelero suizo sentenciaba en 1979, en su libro Profeta del pasado, que había que «olvidar la idea (de que hubieran sido hechas por carros) y enterrarla en algún sepulcro de teorías arqueológicas olvidadas».
La ciencia intenta desde hace décadas dar con una explicación a las rodadas de carro –cart ruts, en inglés-, «uno de los más intrigantes problemas» a los cuales se enfrenta la arqueología maltesa, según reconoce David H. Trump en su libro Malta. Prehistory and temples (Malta. Prehistoria y templos. 2002). Resultan impresionantes en enclaves como Clapham Junction, donde decenas de rodadas se entrecruzan en lo que desde cualquier lugar elevado asemeja una playa de vías de una gran estación (de ahí el nombre). Mottershead, Pearson y Schaefer indican que los surcos tienen forma de uve, una anchura de entre 4 y 10 centímetros, y una profundidad de hasta 67. Y destacan que, aunque hay un amplio consenso que los vincula a la circulación de vehículos, hasta ahora había muchas cosas que no estaban claras: entre ellas, si las rodadas son producto de la erosión debida a ese tráfico o han sido hechas por el hombre para facilitarlo, y si los vehículos implicados se movían sobre ruedas o trineos.
Su estudio en el laboratorio y sobre el terreno demuestra que fueron producto del paso continuado de carros de dos ruedas, que pueden abrir surcos en la caliza -más profundos si la roca está mojada-, aunque no vayan muy cargados. Cuando las rodadas alcanzaban una profundidad en la que ya no era posible el tráfico por la misma vía, se iba por otro lado y se abría un nuevo camino, y así sucesivamente. La ausencia de rastros de los humanos o animales que tiraron de los carros se debería a que, cuando se hicieron las car ruts, una capa de tierra cubría la roca hoy expuesta a los elementos. Aunque queda por saber cuándo se abrieron los surcos -no hay pruebas que los vinculen con los grandes templos megalíticos malteses, levantados entre 4000 y 2500 aC-, una vez más, el tiempo y la ciencia han puesto a Von Däniken y sus seguidores en su sitio.
Información publicada en Magonia el 1 de diciembre de 2008.