Betty Hill y su marido Barney protagonizaron en septiembre de 1961 la primera abducción. Cuando volvían en coche a su casa de Portsmouth (New Hampshire, EE UU) de unas cortas vacaciones, vieron una luz en el cielo y, según recordaron bajo hipnosis después, acabaron en el interior de un platillo volante donde unos extraterrestres cabezones -de color «gris azulado», boca pequeña y dos orificios en el lugar de la nariz- les sometieron a reconocimiento médico. El psiquiatra Benjamin Simon, que hipnotizó a los Hill durante la investigación del suceso, achacó el secuestro alienígena a la imaginación de la mujer, muy interesada en los ovnis, tal como cuenta John Fuller en El viaje interrumpido (1966). Para el médico, Betty creyó que unas pesadillas en las que ella y su marido eran examinados a bordo de una nave alienígena estaban basadas en hechos reales, y bombardeó con la historia de la abducción a su esposo hasta que éste incorporó el suceso a su memoria como un falso recuerdo. Así nació la primera y más famosa abducción, cuya realidad todavía defienden a capa y espada ufólogos como Stanton T. Friedman.
La mejor prueba del secuestro de los Hill es, para Friedman y otros, el mapa estelar que la mujer recordaba haber visto en la nave espacial. Se trata de un mapa mudo, con puntos -estrellas- unidos por rayas -rutas comerciales-, que Betty dibujó durante una de las sesiones hipnóticas. Una maestra de Ohio, Marjorie Fish, se puso a finales de los años 60 a buscar un paralelismo en el cielo, usando catálogos estelares de la época. Tras descartar las estrellas múltiples y que no fueran de un tipo parecido al Sol -ya que presuponía que los alienígenas tenían que vivir alrededor de estrellas como la nuestra-. En 1972 identificó las quince del mapa: las dos más grandes eran Zeta 1 Reticuli 1 y Zeta 2 Reticuli, donde se suponía que tenían sus bases los extraterrestres de los Hill. Para Friedman y sus colegas, el trabajo de Fish es la mejor demostración de que los Hill fueron abducidos. ¿Pero es de verdad un mapa fidedigno?
Brett Holman, físico de la Universidad de Melbourne, examina el mapa de Marjorie Fish en el último número de la revista Fortean Times a la luz de los conocimientos astronómicos actuales. Mientras que, en su reciente libro Captured! The Betty and Barney Hill ufo experience (2007), Friedman y Kathleen Marden defienden la interpretación de Fish, cuyo trabajo califican de «magnífico ejemplo de persistencia y objetividad», Holman concluye que la astronomía de 2008 hace imposible que las estrellas del mapa sean las que sostenía la ex maestra: dos de los objetos han acabado siendo estrellas variables, otros dos se sabe ahora que son parte de sistemas estelares múltiples y otros dos están tan alejados del resto que no podrían formar parte del mapa. Holman ha comprobado así que, de los quince presuntos aciertos de Fish, seis no eran tales y lo ha hecho usando información disponible Internet.
Ya Carl Sagan y Steven Soter indicaron en 1975, en la revista Astronomy, que el parecido entre el boceto de Hill y el mapa de Fish se debía únicamente a cómo se habían dibujado las líneas y que, sin ellas, las distribuciones de puntos no se asemejaban en nada, según recuerda Robert Sheaffer en Veredicto ovni. Examen de la evidencia (1986). Ahora, Holman prueba que al menos un tercio de las estrellas de la nada objetiva cartografía extraterrestre de Fish no pueden soportar planetas habitables o no están en donde las situaba la maestra. Claro que también puede ser que los reticulianos que secuestraron a los Hill tuvieran en su nave un mapa chapucero con rutas comerciales imaginarias, sistemas estelares incapaces de soportar vida inteligente, ¿no?
Nota publicada en Magonia el 11 de noviembre de 2008.