Sabemos que casi siempre no nos gobiernan los mejores. El único consuelo que queda es que el fenómeno es algo generalizado y que, hasta en un país tan civilizado como Canadá, cuecen habas. Resulta que Paul Hellyer, de 83 años y ex ministro canadiense de Defensa y de Transportes en los años 60, cree que la lucha contra el cambio climático tiene una fácil solución: recurrir a tecnología extraterrestre. «Necesitamos persuadir a los Gobiernos para que desclasifiquen lo que saben. Algunos sospechamos que saben bastante, y que ese conocimiento sería suficiente como para salvar nuestro planeta si se aplica lo suficientemente rápido», declaró el miércoles al diario Ottawa Citizen, algo de lo que me he enterado gracias a Mariano Villarreal, responsable de El Portal de la Literatura Fantástica y la Ciencia Ficción.
Lo de Hellyer no son delirios de alguien que ha perdido la cabeza por la edad. Cuando era ministro, el 3 de junio de 1967, inauguró oficialmente un ovnipuerto en St. Paul, Alberta. Como si hiciera falta algo más después de ese excéntrico episodio, en septiembre de 2005 promulgó públicamente su fe en los ovnis y, dos meses más tarde, acusó a George W. Bush de maquinar una guerra intergaláctica. Ahora, Hellyer se descuelga con la tontería de que la solución al cambio climático pasa por los restos de platillos volantes como el accidentado en Roswell, según él, escondidos en el Área 51 y otros complejos secretos.
«Me gustaría ver qué tecnología extraterrestre podría haber para eliminar la quema de combustibles fósiles dentro de una generación… Ésa podría ser una forma de salvar nuestro planeta», ha dicho. Él tiene claro que los alienígenas disponen de revolucionarias fuentes de energía para visitarnos desde otros mundos; aunque no ha mostrado ni una prueba. Es lo de siempre. Lo mismo que ocurrió durante la guerra fría, cuando los adoradores de los extraterrestres depositaron en ellos la confianza de que impidieran mágicamente el estallido del conflicto final. Hellyer también pretende que los dioses nos solucionen el problema de turno, cuando lo mejor que podemos hacer es arreglar las cosas por nosotros mismos. ¿Han visto alguna vez que algún dios o extraterrestre haya hecho algo bueno por el ser humano, haya evitado alguna guerra o catástrofe, haya salvado alguna vida milagrosamente? Yo no.
Nota publicada en Magonia el 3 de marzo de 2007.