El más famoso doblador de cucharas del mundo vuelve a la carga tres décadas después haber sido desenmascarado por el ilusionista James Randi. Uri Geller protagoniza desde hace dos semanas en Israel -su país natal- un reality show en el que nueve concursantes compiten por convertirse en su heredero. El programa se llama The successor y es un éxito indiscutible, con hasta el 30% de la audiencia siguiendo trucos presentados como si se tratara de fenómenos paranormales. Geller se dedicó en los años 70 a embaucar de ese modo a periodistas de todo el mundo, aunque no al estadounidense Johnny Carson, mago aficionado y que contó con la ayuda de Randi para someter al israelí a una prueba controlada sin previo conocimiento. Como podrán ver en el vídeo adjunto, Geller se estrelló en The Tonight Show con todo el equipo, algo que no pasó en 1975 en España con José María Íñigo, quien le dejó campar a sus anchas. Sin embargo, ni aún así se la dio con queso al presidente de la Sociedad Española de Parapsicología, Ramos Perera, quien expuso el fraude en el libro Uri Geller al descubierto.
Bueno, pues el falso dotado sigue vivito y coleando, repitiendo su rentable espectáculo de siempre, gracias al cual es inmensamente rico. Su biografía ha ganado en capítulos, aunque algunos no sean ciertos. Así, al contacto con los extraterrestres que le habían otorgado sus superpoderes cuando sólo tenía tres años, se añadieron en los años 80 el haber trabajado como psíquico para la CIA y haber hallado para multinacionales importantes reservas minerales, afirmaciones tan creíbles y demostradas como la del encuentro alienígena. Es un tipo que tiene más cara que espalda y que ha llegado a ofrecerse a la familia Sharon para despertar al ex primer ministro israeli del coma, algo que los afectados han preferido ignorar. «Nadie puede dudar de los poderes sobrenaturales de Geller para la autopromoción», ha escrito Matti Friedman, periodista de Associated Press que recuerda que el psíquico comenzó con cucharas dobladas y que siempre ha sabido flotar sobre las críticas de sus colegas magos. Porque, en contra de lo que algunos vendedores de misterios se empeñan, Geller es un ilusionista que recurre a trucos que todo profesional del gremio conoce y los disfraza de poderes paranormales.
Es una pena que no pueda captarse Keshet TV en España. Me gustaría ver cómo Geller y sus chicos se la dan con queso al público israelí en las diez entregas de The successor, que empezó su anadadura televisiva el 25 de noviembre. Sería el primer reality show que vería desde que presencié unos minutos de El castillo de las mentes prodigiosas. La fortaleza de los descerebrados fue, a principios de 2004, mi estreno como espectador del género y me inmunizó definitivamente contra todo tipo de telebasura. Pero estaría dispuesto a hacer con Geller lo que no he hecho con Gran hermano, Operación Triunfo y la larga lista de engendros que enfanga la parrilla televisiva. Le dedicaría unos minutos en los que seguramente acabaría admirando la labia del, en unos días, sesentón doblacucharas. No creo que Geller vaya a tener un heredero a su altura: como engañabobos, está en la cumbre.
Nota publicada en Magonia el 9 de diciembre de 2006.