Johan Huibers, un contratista holandés de 47 años, está construyendo una réplica del Arca de Noé, la embarcación en la que, según la leyenda, el Patriarca bíblico metió una pareja de cada especie animal para salvarla del Diluvio. La nave mide 70 metros de largo, 13,5 de alto y 9,5 de ancho, y está hecha de cedro americano y pino noruego. Ahora, se encuentra en Schagen, a 45 kilómetros al norte de Amsterdam. Cuando la acabe, Huibers se habrá gastado en ella la friolera de un millón de euros, que ha conseguido a base de créditos bancarios.
La botadura del Arca, en cuya construcción han colaborado su hijo de 17 años y algunos amigos del contratista, está prevista para septiembre, cuando se convertirá en una especie de miniparque de atracciones religiosas flotante en los canales holandeses. Huibers quiere llenar la nave no con una pareja de cada especie, sino con corderos, conejos, cabras, pollos y otros animales de granja. A cambio de 2 euros los niños y 3 los adultos, los visitantes podrán recorrer la embarcación, tomarse un refresco en el bar instalado bajo la estructura de cubierta y llevarse a casa un bonito folleto religioso.
El devoto armador cree que, tras la visita a la embarcación, muchos niños se convencerán de la realidad histórica del Arca de Noé. Una realidad en la que sólo creen quienes, como él, se toman la Biblia al pie de la letra. Por que, vamos a ver: ¿dónde fue a parar todo el agua que cayó durante el Diluvio y cubrió, según el Antiguo Testamento, hasta las más altas cimas?, ¿cree Huibers de verdad que Noé y su familia pudieron meter en un barco una pareja de cada una de las millones de especies que existen en el mundo?, ¿cómo explica que haya relatos mesopotámicos anteriores que cuenten, más o menos, la misma historia, pero sin Noé ni el Dios de los judíos? El problema de la fantasía es cuando a uno le desborda, cuando uno empieza a confudir lo real con lo imaginario, cuando uno se embarca en la nave del misterio que pilota el Friker Jiménez de turno, de cuyo debut televisivo les invito a disfrutar por cortesía de Gerardo García-Trío. Se reirán. Se lo prometo.
Nota publicada en Magonia el 30 de marzo de 2006.