
«Vi que la ufología estaba equivocada cuando escuché a Philip J. Klass en la sesión inaugural del Comité para la Investigación Científica de las Afirmaciones de lo Paranormal (CSICOP)«, recuerda Paul Kurtz en Skeptical Odysseys (2001), el libro en el que una treintena larga de autores reflexionábamos sobre el pasado, presente y futuro del escepticismo científico con motivo de los veinticinco años de la organización estadounidense. Como muchos otros, Kurtz creyó hace años que los ovnis podrían ser de origen extraterrestre y sólo se percató de su error en 1976 cuando se cruzó en su camino aquel periodista que era editor de la revista Aviation Week & Space Technology y, después de Donald H. Menzel, la principal bestia negra de los ufólogos. Klass murió a los 85 años de cáncer de próstata en su casa de isla Merritt (Florida) el martes. Nos dio la mala noticia Luis Ruiz Noguez, responsable de Perspectivas.
Philip J. Klass (Des Moines, 1919) era ingeniero eléctrico y se interesó por primera vez por los ovnis en 1966, después de leer en The Wall Street Journal una crítica de El viaje interrumpido, de John G. Fuller, libro que compró inmediatamente. Gary Posner recuerda, en una entrevista que le hizo y que publicó The Skeptical Inquirer, cómo al principio el periodista creyó que todos los ovnis podían deberse a un raro fenómeno eléctrico atmosférico; pero pronto se dio cuenta de que no había una explicación para todos los casos. «Mi único objetivo es encontrar una explicación prosaica creíble para un informe ovni o, si no es posible, abalanzarme sobre la máquina de escribir -ahora, sobre mi ordenador personal- y redactar el artículo más importante de mi vida para Aviation Week & Space Technology, que sería el artículo más importante que la revista jamás ha publicado», explicaba a Posner en 1999 un Klass jubilado trece años antes, pero que todavía seguía al pie del cañón.
«Si llegara a aterrizar una nave extraterrestre honestamente buena, sería el hombre más feliz de la Tierra», confirmaría en otra entrevista concedida años después a Alejandro Agostinelli.
El Sherlock Holmes de la ufología pensaba cómo seguramente la mayoría de los periodistas que estamos involucrados en el análisis crítico de lo paranormal: que hay que estudiar cada fenómeno detenidamente porque igual en un rincón salta la liebre y damos con la historia -periodísticamente hablando- de nuestra vida. Será algo muy improbable; pero el riesgo que corremos por examinar estos fenómenos es mínimo, se trata además de algo divertido y el beneficio puede ser enorme. Al otro lado de la carretera, los reporteros del misterio no están interesados en explicar nada porque, de hacerlo, matarían la gallina de los huevos de oro.
Klass pudo confundirse a veces -¿quién no?-, pero fue un honesto estudioso de los ovnis. Sus libros son imprescindibles para quien quiera conocer el desarrollo del mito desde los ingenuos años 60 hasta el desenfreno absoluto -abducciones, platillos volantes estrellados, conspiraciones gubernamentales, hibridaciones…- de las últimas décadas. Sus obras -la mayoría puede encontrarse en librerías de segunda mano en Internet- son: Ufos identified (1968), Ufos explained (1974), Ufos: the public deceived (1983), Ufo abductions. A dangerous game (1989), Bringing ufos down to Earth (1990) y The real Roswell crashed-saucer coverup (1997).
Fue uno de los fundadores del CSICOP y responsable de su subcomité Ovni, formado por escépticos de todo el mundo. Aviation Week & Space Technology le rindió un homenaje el 13 de julio de 2003, después de 51 años en la revista, que, lamentablemente, coincidió con el anuncio de que, por problemas de salud, dejaba de editar Skeptics Ufo Newsletter, un boletín bimestral del que el CSICOP ha puesto ya parte en Internet. La Nave de los Locos, la revista que edita el escéptico chileno Diego Zúñiga, le dedicó un imprescindible número especial en agosto de 2001. No llegué a conocer Philip J. Klass, pero traduje el que posiblemente sea su primer artículo publicado en España, «Ovnis en el radar: ¿adónde han ido?», que apareció en septiembre de 1986 en el número 4 de La Alternativa Racional; durante mi etapa en la dirección de la revista El Escéptico, propicié la publicación de algún otro trabajo suyo; y me honra figurar, junto a él, como uno de los autores de Skeptical Odysseys.
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Los diez principios ufológicos de Philip J. Klass
1º. Personas honestas e inteligentes que se exponen repentinamente a un suceso breve e inesperado pueden ser muy poco exactas a la hora de describir de forma precisa lo que han visto, especialmente si está involucrado un objeto no familiar.
2º. A pesar de las limitaciones propias de la percepción humana cuando se expone repentinamente a un suceso breve e inesperado, algunos detalles recordados por el testigo pueden ser razonablemente precisos. El problema al que se enfrenta el investigador de ovnis es tratar de distinguir entre los detalles correctos y e incorrectos. Esto puede resultar imposible sin averiguar lo que ha sido en realidad el ovni; en algunos casos, es un problema irresoluble.
3º. Si una persona que ve un objeto inusual o desconocido concluye que probablemente es una nave espacial de otro mundo, inmediatamente puede creer que el objeto reacciona a su presencia o sus acciones, cuando en realidad no hay absolutamente ninguna relación causa-efecto.
4º. Los medios de comunicación que dan mucha importancia a un suceso ovni cuando se da a conocer, suelen después dedicar muy poco o nada de espacio o tiempo a informar sobre la explicación del caso.
5º. No hay observador humano, incluyendo los pilotos aéreos con experiencia, que pueda estimar correctamente la distancia, la altitud o el tamaño de un objeto desconocido en el cielo, a menos de que se encuentre muy próximo a otro objeto familiar cuyas dimensiones o altitud conozca.
6º. Una vez que las informaciones periodísticas llevan al público a creer que puede haber ovnis cerca, hay muchos objetos naturales o hechos por el hombre que, especialmente de noche, pueden adquirir características inusuales en la mente de testigos predispuestos. Los testimonios de estas personas ayudan, a su vez, a aumentar el entusiasmo de la gente, lo que lleva a más personas a esperar ver ovnis. Esta situación se realimenta hasta que los medios de comunicación pierden interés por el asunto; entonces la oleada de observaciones acaba rápidamente.
7º. Cuando intenta averiguar si un testimonio ovni es fraudulento, el investigador debe basarse en las pruebas físicas, o en la ausencia de ellas aunque debieran existir, y no dejarse influir por las aptitudes y características de los individuos involucrados en el suceso.
8º. La incapacidad de los investigadores, aunque tengan experiencia, a la hora explicar convencionalmente un caso ovni por falta de información, aunque hayan hecho un gran esfuerzo, no es una prueba que apoye la hipótesis de que naves de otros mundos visitan la Tierra.
9º. Cuando se ve en el cielo nocturno una luz que se considera un ovni y se informa a un operador de radar al que se le pide que busque en su pantalla un blanco desconocido, casi seguro que aparecerá uno. Del mismo modo, si se detecta un blanco inusual en el radar del que se sospecha que es un ovni y se pide a un observador que busque una luz en el cielo nocturno, la encontrará.
10º. Muchos casos de ovnis parecen misteriosos e inexplicables únicamente porque los investigadores no han dedicado el esfuerzo suficiente a su análisis.
Tomados de Philip J. Klass [1983]: Ufos: the public deceived. Prometheus Books. Buffalo. 310 páginas.
Obituario publicado en Magonia el 14 de agosto de 2005.