Toni Garrido, J.M. Mulet, Tom Kallene y yo hablamos el miércoles de Josep Pàmies y sus remedios milagrosos, en la vigésima entrega de la temporada de mi colaboración en Hoy por hoy, en la Cadena SER.
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Cómo perciben los españoles la homeopatía y las andanzas de Josep Pàmies, en Radio Vitoria
Pilar Ruiz de Larrea y yo hablamos el lunes de cómo perciben los españoles la homeopatía y de las andanzas del agricultor curandero Josep Pàmies, en la decimoquinta entrega de la temporada de mi colaboración semanal en El mirador, en Radio Vitoria.
El Ayuntamiento de Granada respalda a promotores de curas milagrosas contra el cáncer, el ébola y el sida

Josep Pàmies es un agricultor catalán, condenado en su día por destrozar cultivos de transgénicos, que aboga por usar contra la difteria no la vacuna y la medicación convencional, sino el denominado Suplemento Mineral Milagroso (MMS), un compuesto que su inventor, Jim Humble, dice que cura el sida, la hepatitis, la malaria y el cáncer, entre otras enfermedades, y que en realidad es dióxido de cloro. Además de antivacunas, Pàmies cultiva y vende Kalanchoe daigremontiana, planta que, según él, «puede paralizar el desarrollo de un cáncer» y que en realidad contiene un glucósido cardíaco, la daigremontianina, que puede llegar a causar la muerte. También dice que el VIH no es la causa del sida, que «con clorito de sodio se puede curar el ébola» y que «con una planta de artemisa se pueden sanar 40 personas de malaria».
Odile Fernández es una médica que ha superado un cáncer de ovarios y ha escrito Mis recetas anticáncer, un libro en el que dice que se curó por la dieta que siguió. Ella hizo todo lo que le recomendó el oncólogo -cirugía y quimioterapia, incluidas-, añadió a la receta por su cuenta una dieta especial y ahora va vendiendo por ahí esa dieta como si le hubiera salvado la vida. Los expertos coinciden en que, si bien la mala alimentación está en el origen de algunos casos de cáncer, no hay ninguna dieta anticáncer. Sin embargo, algunos medios de comunicación promocionan irresponsablemende desde hace dos años las ideas pseudocientíficas de esta mujer, que pueden animar a algunos enfermos a seguir el camino de Steve Jobs, que renunció a la cirugía que podía haberle salvado, y confió su curación en remedios milagrosos. “Intentó tratarse con dietas. Fue a espiritistas. Probó con la macrobiótica y no se operó”, recordaba hace cuatro años Walter Isaacson, autor de la biografía del fundador de Apple. Para cuando Jobs decidió recurrir a la cirugía, ya era demasiado tarde.
Las muertes de Maribel Candelas, Steve Jobs y Penelope Dingle, una australiana que murió de cáncer en 2005 tras renunciar a la cirugía y quimioterapia en favor de la homeopatía, no son casos aislados, sino habituales en unas sociedades ricas donde hay quienes hacen negocio vendiendo curas milagrosas a gente desesperada, demasiado crédula o ambas cosas. Demuestran lo peligroso e irresponsable que es dar voz a quienes, como Pàmies y Fernández, predican que graves problemas como el cáncer pueden solucionarse cambiando de dieta o tomando una hierba al alcance de cualquiera y cuyas mágicas propiedades oculta la comunidad científica al mundo. Las ideas de Pàmies y Fernández no sólo son falsas, sino también muy peligrosas. Que un enfermo que asista a actos como el del 9 de enero en Granada dé la espalda a su médico y confíe en lo que dicen estos dos desaprensivos es normal, como que acabe muriendo prematuramente como consecuencia de su credulidad. Por eso, que el Ayuntamiento de Granada, o cualquier otra institución, respalde -mediante la cesión de locales, el patrocinio u otro tipo de apoyo- a sujetos que se aprovechan de la desesperación de los enfermos es algo para lo que no tengo adjetivos.
Ocho asociaciones de diferente índole -escépticas, de divulgación científica, laicistas…- y una empresa suscribieron ayer un manifiesto en contra de la celebración de la charla de Pàmies y Fernández en el teatro municipal José Tamayo de Granada. Soy miembro del Círculo Escéptico, una de las entidades firmantes, y comparto el objetivo de los promotores de ese texto. Deseo que logren que el acto al que he dedicado esta anotación no se celebre en dependencias municipales, pero el manifiesto me parece pobre, falto de argumentos y de datos. Espero que la carta que han enviado a la concejal Rocío Díaz Jiménez, delegada de Turismo, Participación Ciudadana y Agencia Albaicín, sea más sólida.
El Ayuntamiento de Castellón apadrina una charla del antivacunas Josep Pàmies

Pàmies, cuya charla en Castellón se titula ¿Curar o cronificar enfermedades?, aboga por el uso contra la difteria no de la vacuna y de la medicación de efectividad probada, sino del llamado Suplemento Mineral Milagroso (MMS), un compuesto que su inventor, Jim Humble, dice que cura el sida, la hepatitis, la malaria y el cáncer, entre otras enfermedades, y que en realidad es dióxido de cloro. «La difteria es una bacteria tan sensible al dióxido de cloro como el virus del ébola. ¿Por qué no dar alternativas sencillas y tranquilizar a la Sociedad? ¿Porque las mismas autoridades sanitarias callan como miserables delante del hecho gravísimo de los efectos secundarios de medicamentos y vacunas, que son ya la tercera causa de muerte en Europa (240.000 muertos al año)?», escribe hoy el curandero.
La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios emitió en 2010 una alerta contra el MMS por tratarse de un medicamento ilegal que, «cuando se consume siguiendo las instrucciones dadas por las citadas páginas (se refiere a las webs en las que se vende), produce efectos adversos que pueden ser graves. El clorito de sodio, en solución acuosa y cuando se administra en las condiciones indicadas, se transforma en ácido cloroso que se degrada a dióxido de cloro. Todas estas sustancias tienen una acción oxidante fuerte, y su consumo directo en esas condiciones puede producir dolor abdominal, nauseas, vómitos, diarrea, intoxicaciones, fallo renal y metahemoglobinemia. Las autoridades sanitarias canadienses han constatado la aparición de dos casos de efectos adversos graves, que en un caso pusieron en peligro la vida del paciente». Naren Gunja, director del Centro de Información Toxicológica de Nueva Gales del Sur, ha declarado, por su parte, que consumir el MMS es «como beber lejía concentrada».
No vacunarse, tomar plantas mágicas contra el cáncer, beber lejía contra el ébola y la difteria… «Me pregunto, si se da el caso (y no es un caso tan extraño, dado que Pàmies defiende cosas como el uso del clorito sódico, el conocido blanqueador industrial MMS para curar enfermedades como el ébola y el sida, y la administración sublingual de marihuana a bebés con cáncer-, si dichas asociaciones o el propio Ayuntamiento de Castellón asumirán económica y penalmente de las responsabilidades derivadas por la promoción y difusión del discurso de Pàmies», se pregunta el activista escéptico Emilio Molina, ingeniero informatico y licenciado en comunicación audiovisual. Molina, Peris y otros están haciendo gestiones ante las autoridades municipales para que retiren su apoyo a un acto que, si nadie lo impide, se celebrará el martes por la tarde en el Centro Polifuncional del Grao de Castellón.
Mulet, contra las falsas medicinas

Cuando J.M. -nos conocemos desde hace años y siempre le he llamado así- me comentó en febrero de 2014 que estaba embarcado en este libro, me alegré. Aunque hay obras específicas, como las dedicadas a la acupuntura y la homeopatía por Víctor-Javier Sanz Larrínaga, faltaba una general sobre el sector de las pseudoterapias y él era, a mi juicio, el autor ideal. ¿Por qué? Porque J.M. tiene una capacidad de comunicar que para sí la quisieran muchos. Cuando en noviembre pasado hablábamos de nuestros respectivos proyectos en un restaurante valenciano y me dijo el título del libro, me pareció un acierto total. Titular bien es lo más difícil del mundo, como sabe todo periodista. El título es lo primero que ve el público y, si no le llama la atención, ya puedes haber escrito algo memorable que pasará desapercibido. No es el caso que nos ocupa.
Medicina sin engaños se lee de un tirón. La primera parte está dedicada a la medicina y es imprescindible para captar el mensaje que intenta transmitir el autor. Al principio, era la parte que menos me interesaba, pero, una vez acabada la obra, me dí cuenta de que esas páginas son imprescindibles. El libro estaría cojo sin que J.M. nos explicara los orígenes de la medicina, en qué consiste ésta y por qué desconfiamos de ella, a pesar de que gracias a ella -y a las mejoras en la higiene, el saneamiento y el control de los alimentos-, vivimos mejor y más que nuestros antepasados y, por supuesto, que nuestros congéneres cuya salud depende de medicinas tradicionales. En las dos partes dedicadas a la pseudoterapias, el autor desmonta grandes fraudes contemporáneos como la homeopatía, el reiki y la quiropráctica, además de presentar algunos casos terribles de víctimas de estas prácticas. Y el epílogo es un decálogo para evitar a los charlatanes de la pseudomedicina, para ayudarnos a conservar nuestra salud y nuestro dinero.
Quien le conoce o ha asistido a alguna de sus conferencias escuchará muchas veces a lo largo del libro la voz de J.M., que ha sufrido durante un reciente viaje a Argentina el boicot de los fanáticos anticiencia. Por ejemplo, cuando dice respecto al ecoterrorista y vendedor de plantas milagrosas Josep Pàmies: «Guau, este señor cultiva plantas ilegales que evitan la quimioterapia. Digo yo que con el coste que tiene el tratamiento del cáncer para la sanidad pública, esto es un chollo, ¿no? Ponemos varios huertecitos al lado de los hospitales y dejamos de comprar pastillas». O cuando llama la atención sobre el inexplicable atractivo de las denominadas medicinas tradicionales: «Si hace siglos que en Occidente no vamos al médico para que nos ponga sanguijuelas, ¿para qué vas a que te pongan agujas?».
Las 359 páginas de Medicina sin engaños tendrían que ser lectura obligatoria en las universidades donde se forman los futuros profesionales de la salud y del periodismo. En el caso de los primeros, para que como colectivo rechacen toda terapia sin base científica, expulsen de la profesión a los médicos y enfermeros que las practiquen y dejen de jugar con la salud de los ciudadanos; en el de los segundos, para que los medios de comunicación no sean altavoces publicitarios de todo tipo de estafas, como ocurre con demasiada frecuencia. Si algún día -no creo que yo lo vea- una universidad española se anima a introducir el pensamiento crítico en la formación de sus alumnos como una asignatura transversal -es decir, presente en todas las carreras-, esta obra de J.M. debería figurar entre las imprescindibles.
José Miguel Mulet (2015): Medicina sin engaños. (Col. «Imago mundi»). Destino. Barcelona. 359 páginas.