
Han pasado dos siglos desde que Samuel Hahnemann inventó la homeopatía, y sus principios -que una sustancia que provoca los mismos síntomas que una enfermedad puede curarlos y que, cuanto más pequeña es la dosis de una sustancia, mayores son sus efectos- siguen siendo tan revolucionarios como carentes de fundamento. Resultaba paradójico que una organización como la ACMB acogiera en su seno una práctica pseudocientífica, por mucho que haya médicos y farmacéuticos que se lucren con ella. Así se lo comuniqué a la ACMB en enero de 2013, cuando pregunté a su dirección por qué tenían una sección de homeopatía cuando esta práctica no ha demostrado nunca mayor efectividad que el placebo y es unánimemente rechazada por la comunidad científica.

En el otro escrito, Lezamiz sostiene que la junta de gobierno de la ACMB se ha extralimitado en sus funciones, ya que entre éstas «no se incluye la constitución o eliminación de las secciones que integran la Academia», acuerdos para los que el órgano competente es la asamblea general de socios. No soy abogado y no conozco los estatutos de la ACMB. Si fuera así, lo lógico sería que la junta trasladara el asunto a la asamblea y ésta decidiera sobre ello no tendiendo en cuenta sólo la actividad o inactividad de la sección, sino, ante todo, si la práctica es científica o no. En sus escritos, Lezamiz dice que la homeopatía ha demostrado científicamente su efectividad. O merece el Nobel o no sabe de lo que habla.
El 27 de agosto de 2005, la prestigiosa revista médica The Lancet lamentaba en un editorial que, “cuanto más se diluyen las pruebas en favor de la homeopatía, mayor parece ser su popularidad”. Y nada ha ido a mejor desde entonces para la homeopatía. La Asociación Médica Británica sostiene que “es brujería”; el Comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Comunes británica considera que “no existe ninguna prueba de que funcione más allá del placebo”; un grupo de expertos elegido por el Ministerio de Sanidad concluyó en un informe en 2011 que ésta “no ha probado definitivamente su eficacia en ninguna indicación o situación clínica concreta, los resultados de los ensayos clínicos disponibles son muy contradictorios y resulta difícil interpretar que los resultados favorables encontrados en algunos ensayos sean diferenciables del efecto placebo”. Vamos, que la homeopatía no funciona igual las pulseras Power Balance y las patas de conejo.