Joan Fontcuberta revela en su último trabajo, estrenado el sábado en el canal
Cultural.es de TVE, la increíble historia de
Laika, la perra callejera que voló en el
Sputnik 2 en noviembre de 1957 y murió en órbita terrestre. «Voy a desvelar datos inéditos que demuestran que la información que nos han facilitado hasta ahora ha estado burdamente manipulada. ¿Están preparados para la verdad?», se pregunta en un prólogo del estilo de los de
Fernando Jiménez del Oso en espacios como
Más Allá y
La Puerta del Misterio. Más le vale al espectador acmodarse bien en el sofá porque, a partir de ahí, empieza un hilarante viaje de una hora en el que Fontcuberta mezcla verdades, medias verdades, mentiras, divertidísimas bromas y especulaciones desenfrenadas alrededor de la historia de Laika.
Con testimonios de un astrofísico de la
ESA -Heliodoro de Luna-, un cura -Cenobio Sacristán-, un general español -Roberto Alcázar-, un exobiólogo -Leoncio Gargol-, un teólogo -Celestino Morcillo- y un astrólogo -Rafa Palos- construye un documental que parodia, en el fondo y en la forma, los realizados por
Juan José Benítez, Fernando Jiménez del Oso e
Iker Jiménez. Los personajes claves -todos los citados- están interpretados por Fontcuberta, a quien se unen secundarios de lujo como un alto mando militar soviético, la tarotista muda Sinforosa, el psicoanalista argentino Carlos Federico Blum y el archimandrita Acebes, líder de una secta «que profesa culto a la sabiduría de Pitágoras, a las creencias del antiguo Egipto, a la cosmogonía maya y a la religión copta», y que descubrirá su «increíble verdad»: que la Laika se reencarnó en Michael Jackson. «Hemos hecho comprobaciones y Michael Jackson nació el 29 de agosto de 1958, luna llena y exactamente 298 días después de la desaparición de Laika. Tanta coincidencia no puede ser casual», sentencia el narrador al estilo de Iker Jménez respecto a las
vidas paralelas de Lincoln y Kennedy.

En este documental, Fontcuberta se cachondea abiertamente de los vendedores de misterios. El prólogo y el epílogo están inspirados en los trabajos de Benítez y Jiménez el Oso; la fuente que revela que Laika fue utilizada como anzuelo para atraer a los tripulantes de los
platillos volantes es un militar soviético que responde al nombre de Mirlo Rojo -como el responsable de la NASA que le cuenta a Benítez en
Planeta Encantado que
los astronautas de Apollo 11 descubrieron ruinas alienígenas en la Luna-; en los créditos finales se incluye como autor de la «investigación rigurosa» a J.J. Jiménez del Asno; y los miembros de la secta de los Laikos, «capaces de recoger las vibraciones emitidas por Laika desde la otra dimensión», celebran sus rituales
nuevaerenses en la playa de Zahara de los Atunes (Cadiz), donde en el mundo real vive Benítez en una casa con forma de platillo volante. Los disparates se suceden, con alusiones a los creacionistas, al Club Bildelberg, a máquinas que graban los sueños, al psicoanálisis, a las misiones espaciales soviéticas lanzadas al rescate de Laika… Y como «asesor científico» figura Ivan Istochnikov, el cosmonauta inventado por Fontcuberta en 1997 cuya
desaparición en el espacio fue presentada como real por Iker Jiménez en Cuarto Milenio.
Era rusa y se llamaba Laika es el primer episodio de
Archivos Sinapsis, una serie de documentales realizados cada uno por un creador diferente a partir material de los archivos de RTVE. Cuando esta producción de Joan Fontcuberta,
Premio Nacional de Fotografía en 1998, se emita en abierto, es de suponer que habrá quien dé por cierto lo que no lo es, como hicieron en 2006 varios periódicos castellanoleoneses con la ficción del
hallazgo de fósiles de sirenas en el Tormes, otra creación del artista catalán. Por de pronto, si tienen oportunidad, disfruten de este documental en el canal Cultura.es, donde se emite esta semana. Y esperemos que en el caso que nos ocupa no se cumpla la advertencia final de nuestro intrépido buscador de la verdad volvamos a saber pronto de él: «La conquista del espacio representa el futuro de la humanidad y esa conquista está trufada de un sinfín de enigmas. Yo me propongo aclarar algunos de esos enigmas para poder contárselo. Suponiendo, claro está, que siga con vida y no me hagan callar. Soy el profesor Arkan».