
Para mediados de los 70, cuando Fernando Jiménez del Oso (1941-2005) apareció por primera vez en TVE, había ya toda una generación de periodistas del misterio que llevaba años en el tajo, como Antonio Ribera y Màrius Lleget, cofundadores del Centro de Estudios Interplanetarios (CEI) de Barcelona en 1958. Y, cuando sus ojeras se asomaron a la portada de la revista Más Allá (1989) -después lo harían en Espacio y Tiempo (1991-1995) y Enigmas (1995)-, España ya contaba con una larga tradición de publicaciones sobre lo paranormal en los quioscos: cabeceras como Horizonte (1968-1971), dirigida por el ufólogo Antonio Ribera; Karma.7 (1972-2001), guiada en sus inicios por José María Armengou; Mundo Desconocido (1976-1982), al frente de la cual estuvo Andreas Faber-Kaiser; Contactos Extraterrestres (1980-1982), dirigida por el ahora televisivo Enrique de Vicente, y otras muchas de vida efímera. En la mejor tradición de las revistas que él dirigió, en las portadas de las reediciones de sus libros manda la cara de Jiménez del Oso.
Ediciones Luciérnaga hace en los dosieres de prensa de las reediciones de Viracocha y El síndrome ovni un viaje al pasado, aderezado con grandilocuentes frases de quienes fueron colegas del autor o se consideran sus discípulos. Entre los primeros, Juan José Benítez asegura que el Jiménez del Oso «abrió las mentes de tres generaciones» y «la mejor manera de honrar a un sabio es leer sus libros». Entre los segundos, el ufólogo Javier Sierra dice que «gracias a él nació una generación de inconformistas y buscadores de respuestas, entre los que me encuentro», e Iker Jiménez afirma que, «debido a su formación académica, consiguió aportar al misterio un componente de lucidez y seriedad que todos, sin excepción, valoran hoy de la forma que se merece”.

¿Merecen la pena sus libros? Para mí, no. No aportan nada y ya en su tiempo lo que contaba en ellos carecía de sentido. Así, decía en El síndrome ovni: “La experiencia proporcionada por el fenómeno ovni nos permite deducir que los que están por ahí fuera son, al menos en su mayoría, bastante similares a los que estamos dentro”. Me divierten más y me parecen más interesantes sus intervenciones televisivas, teniendo en cuenta siempre que lo que importa es la forma porque el fondo no tiene nada que ver con la realidad. Por ejemplo, merece la pena verle explicar con una pizarra cómo la Luna es hueca.