
Es cierto. Si uno pone un lapicero en equilibrio sobre otro, acabará moviéndose por el precario equilibrio en el que se encuentra, por vibraciones de la superficie sobre la que descansan o por soplidos de alguno de los reunidos. La mesa de mi despacho es, al parecer, demasiado estable, así que me veo obligado a soplar para que Charlie mueva el lápiz. El ingeniero Alberto Fernández, que da en institutos charlas para el fomento del pensamiento crítico, me decía ayer que en marzo los chavales le habían empezado a comentar el juego. Según el también escéptico Ezequiel del Bianco, el boom de esta semana es consecuencia de un estúpido vídeo del youtuber DrossRotzank. Ya hace años que James Randi pilló al caradura de James Hydrick moviendo un lápiz con el poder de su mente… mediante soplidos. Lo pueden comprobar a partir del minuto 7 del siguiente vídeo.