
Atlantis sigue donde nació hace 94 años, en el 49A de Museum Street, a dos manzanas del Museo Británico. En su primera época, la frecuentaban Crowley, el poeta William Butler Yeats, el pintor Austin Spare y Gerald Gardner, «el hombre que revivió la moderna brujería». A mediados de los años 30, Houghton y Hurst crearon una editorial, Neptune Press, para publicar libros esotéricos. Pero poco después se rompió la sociedad: el primero se quedó con el negocio y el segundo viajó a India, cuyo misticismo popularizó en Occidente bajo el pseudónimo de Paul Brunton.
«¡Houghton era un judío que se convirtió en teósofo y luego en brujo! Se dedicó a varias ciencias ocultas y lo hacía muy bien. También era poeta y escritor, aunque sus libros han estado descatalogados durante años», explica Beskin. En la época dorada, celebró sus encuentros en el sótano de la librería la Orden de los Maestros Ocultos, una logia mágica privada, hasta que su fundador y líder, Jean Michaud, se fugó con la esposa de Houghton. Ahora, el sótano acoge talleres, cursillos y presentaciones de libros.
«De magos para magos»
Un buen día a finales de los años 50 entró en Atlantis otro librero: era William Collins, el padre de Geraldine Beskin. «Mi padre estaba interesado en lo oculto tanto desde el punto de vista intelectual como práctico. Michael Houghton supo desde el momento en que se conocieron que sería un día el propietario de la librería. Cuando Houghton murió -creo que en 1963-, la profecía se hizo realidad». Ella franqueó la puerta del local por primera vez cuando era niña. «Qué oscura y tenebrosa era la librería. Yo tenía unos 8 años y me preguntaba de qué hablaba mi padre durante toda la tarde con aquel viejo y dulce caballero que era su amigo». Hoy, Atlantis conserva ese aire de las librerías de viejo londinenses en cuyas estanterías uno espera dar con ese título que se le ha resistido décadas.

Beskin considera Atlantis «una librería de magos para magos». Empezó a trabajar en la tienda con 19 años. Los fondos, variados y cambiantes, la animaron a leer de todo. «Nunca hemos preferido a la gente interesada en una u otra materia. ¡Nos encantan los recién llegados a lo oculto porque hacen las preguntas más difíciles! ¡No saben lo mucho que a veces tenemos que pensar para darles una buena respuesta!», dice la librera, que tras sus muchas lecturas tiene claras sus ideas. Cree en los fantasmas, en el espiritismo, en la astrología, en las visitas extraterrestres, en la telepatía y los poderes paranormales… Nada de lo oculto le es ajeno.

Su fe es una de las razones por las que en Atlantis no proliferan los cristales y piedras habituales de otros establecimientos esotéricos. «Nos resulta ofensivo que Gaia, la Madre Tierra, esté siendo dinamitada por una moda. A las compañías mineras sólo les importa el beneficio. Las gemas y los minerales no tienen ningún significado profundo para ellos», lamenta.
Trío ocultista londinense
Atlantis no es la librería esotérica más antigua de Londres. Ese título lo ostenta Watkins. La fundó John Watkins, discípulo de Helena Blavatsky, impulsora de la teosofía, en el número 23 de Charing Cross en 1893 y, ocho años después, la trasladó al cercano 21 de Cecil Court, donde sigue y, si quieres, te echan las cartas en el escaparate. Su moderno interior y preferencia por las novedades hacen que hoy en día Watkins carezca del encanto de Atlantis y de las otras librerías de anticuario con las que comparte, en el centro de Londres, un callejón maravilloso para cualquier amante de los libros. La jovencísima Treadwell’s, que abrió sus puertas en 2003 cerca de Covent Garden y ahora está en los alrededores del Museo Británico, completa el trío librero ocultista imprescindible de la capital británica.