«Encuentran el Arca de Noé en un glaciar de Turquía», sentencia Libertad Digital. «¿Habrán encontrado el Arca de Noé?», se preguntan en la Cadena SER. Son sólo dos ejemplos. Seguro que más medios se han hecho eco del despacho de la agencia Efe, firmado por Jorge A. Bañales, que daba ayer cuenta de lo anunciado en una rueda de prensa en Washington por la Corporación Shamrock-The Trinity, con base en Honolulu y presidida por el empresario católico Daniel McGivern. Abreviando: que han descubierto restos del Arca de Noé en el monte Ararat a 5.095 metros de altitud.
Lo dije hace año y medio, cuando otro grupo de presuntos exploradores -en realidad, miembros de un grupo evangelista- anunció el mismo hallazgo: que a estas alturas haya medios a los que cuelen como noticia la enésima patraña sobre el Arca de Noé demuestra que todavía hay periodistas que creen que la Biblia es un libro de historia o, lo que es lo mismo, que no tienen ni idea de Historia. Tragarse que alguien ha descubierto pruebas del Diluvio bíblico es equiparable a tragarse el hallazgo de la cesta de Caperucita Roja, del Anillo Único, de la nave en la que el bebé Superman llegó de Krypton, de la cabeza de Medusa o del Jardín del Edén.
Porque el relato del Diluvio es una ficción, una de tantas fantasías del Antiguo Testamento y otros libros religiosos. No hay ninguna prueba de que algo parecido sucediera hace entre 4.000 y 7.500 años -cuando los defensores de su realidad histórica fechan la inundación planetaria-, ni ningún mecanismo natural por el cual puedan quedar sumergido todas las tierras, hasta las cumbres más altas. El del Diluvio es un cuento moralizante en el que se salva de la muerte un pequeño grupo de seres humanos fieles a la divinidad -Noé y su familia-, que rescata de la catástrofe a una pareja de cada especie animal para un reinicio de la vida en la Tierra sin pecadores.
Negocio en marcha
McGivern y sus colaboradores aseguran haber detectado en el monte Ararat una pieza de madera de 7,5 metros de anchura y 37,5 metros longitud, incrustada en un glaciar. Para ellos, es parte del barco de Noé. «La no creencia en el Arca va contra el Corán, contra la Biblia, contra la Torá», dijo McGivern ayer. Y añadió: «Este hallazgo es una señal de los tiempos». Repitió el mismo cuento que algunos llevan contando desde hace décadas, que los satélites militares y de la CIA hace tiempo que han localizado los restos de la nave, e indicó que, si se recuperase un fragmento de madera de la presunta Arca, la prueba del carbono 14 no serviría para datarlo. Todo muy científico.
El empresario ya contó esa historia en 2004, cuando anunció que iba a financiar un equipo multidisciplinar para encontrar el Arca. Siete años después, revende a la Prensa el mismo descubrimiento extraordinario con las mismas pruebas: ninguna. Eso, sí, tiene claro que hay negocio. Según el despacho de Efe, su empresa va a producir dos películas sobre el Arca y ofrecerá «jugosos contratos para la producción, distribución y venta de souvenirs, comida rápida y otros artículos que realcen la importancia de este hallazgo». Por eso, el título de la agencia de noticias es el más acertado: «Aseguran haber hallado el Arca de Noé en Turquía y proponen negocio».
El relato bíblico indica que Noé tenía 600 años cuando Yahvé le pidió que construyera una embarcación de 140 metros de largo, 23 de ancho y 14 de alto para meter en ella una pareja de cada animal y que se salvaran del Diluvio. Si ya hacen falta tragaderas para creer que alguien viva 600 años, para creerse que una nave de esas dimensiones tiene capacidad para acoger a dos individuos de cada especie hacen falta todavía más. Porque, en 2005, había identificadas en la Tierra 1.085.000 especies de insectos, 400.000 de bacterias, 270.000 de plantas, 72.000 de hongos, 19.000 de peces, 9.700 de aves, 6.300 de reptiles, 5.000 de virus, 4.300 de mamíferos, 4.200 de anfibios, según el Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas. Por cierto, la narración más antigua de un Diluvio Universal está en el Poema de Gilgamesh, un relato mítico mesopotámico que adaptaron los autores del Génesis a sus necesidades.
Ya ven, no hay lugar a la duda. El titular de Libertad Digital es una fantasía y la pregunta de la Cadena Ser tiene respuesta: no. Nadie puede encontrar el Arca de Noe porque ni esa nave ni el patriarca bíblico existieron, ni los hechos que se relatan en ese episodio del Génesis ocurrieron por mucho que algunos los consideren Historia Sagrada.
Nota publicada en Magonia el 9 de diciembre de 2011.